20

4.7K 400 23
                                    

Valeria:

Entre las olas de disparos y el ruido de lo que parece una sirena policial, recupero la conciencia, observando la mezcla de luces en la oscuridad.

—Arriba. —Oigo la voz del diablo, quien me intenta levantar, pero caigo de nuevo contra el suelo.

Se enfurece y me deja, mi vista no se aclara al 100% y me cubro las orejas cuando los disparos se escuchan cerca de mí.

—¡No te levantes!

Mi cuerpo se siente débil y al llevar la mano a mi rostro noto la línea de sangre fresca recorrer mi piel desde mi cabeza.

Mierda.

Hay más ruido, ordenes, disparos, más sirenas, más autos, más armas reaccionando cerca de mí.

—¡Valeria!

Y de pronto una explosión.

Nada me protege, hay fuego y siento más doloroso, junto a un chirrido en mis tímpanos, por más que me cubra las orejas es inútil, la sangre cae sobre ellas y ya no ocupo fuerza de levantarme.

—Señor. ¿Qué hacemos con ella? —Alcanzo a oír.

—Déjala.

Es lo último que oigo y aun en mi debilidad, busco su rostro encontrándome con su expresión, una que queda grabada en mi cabeza antes de cerrar los ojos.



(***)



Tengo pequeños momentos de lucidez, pero solo son segundos porque vuelvo a quedarme dormida, escucho las voces y siento cuando me revisan, lamentablemente para mí, mis momentos donde la conciencia está activa es cuando estoy rodeada de personas que evitan que me desangre.

Alguien dice fracturas y un intenso dolor me hace apretar los ojos.

Hay luces, un techo blanco, hombres vestidos con batas y mascarillas manipulando mi cuerpo.

Y luego reconozco una voz.

—Agente de policía, Edmon... ¿Cómo esta ella?

Veo al hombre, pero mis ojos vuelven a cerrarse. Ahora estoy en una habitación, con una enfermera, aplicando suero en la bolsa que tengo conecta a través de un conducto a la vena.

—Con esto te sentirás mejor. —Me asegura la mujer y acomoda mi almohada antes de retirarse.

Los ojos se me vuelven a cerrar y no sé cuánto tiempo pasa esta vez.



(***)



¿Valeria?

Otra voz conocida llega a mis oídos, muevo los dedos y mis ojos se abren visualizando a la mujer, mi profesora.

—Dios mío, Valeria que bueno que despertaste.

Pestañeo y suelto un jadeo tras recorrer la habitación, volteo a ver el vaso con agua e intento pedirlo.

—¿Agua? —Pronuncia ella y asiento. —Sí, claro.

Acerca el vaso a mis labios y bebo un poco, me lamo los labios y ella aprieta el botón al lado de mi cama.

—No intentes moverte mucho.

Bajo la mirada a mis pies e intento moverlos, respiro aliviada cuando lo hago y luego sigo con los dedos de mis manos, hasta que me veo esposada contra el fierro de la cama.

—¿Q-

—Tranquila.

—¿Por qué estoy...

—Ya vienen, te lo explicaran todo, no te alteres.

La enfermera llega quitando las cortinas que me cubren, me revisan los latidos y ese oficial entra detrás de ella.

—¿Por- Por qué estoy esposada?

No hay respuesta y le hacen caso a la enfermera que indica que estoy reaccionando bien, ella se retira y me quedo a solas con el oficial y mi profesora, ella intentando que no me rompa en nervios.

—Hice una pregunta.

—Es protocolo.

—¿Protocolo tenerme esposada...?

—Desapareciste con él.

¡¿Es una maldita broma?!

—¡Yo fui secuestrada! —Exploto agitando la mano y permanece sereno ante mi desespero. —¡He estado secuestrada todo este tiempo y me toman como una criminal!

—Valeria. —Intenta calmarme la profesora.

—¡Yo los ayud...

—Tranquilízate o tendrán que sedarte...—Asegura ella y se vuelve hacia el hombre. —Déjela descansar, acaba de despertar, las preguntas que tiene podrá hacérsela después...

—No lo creo.

—¡No se ira a ningún lado, la tiene esposada a la cama!

Rompo a llorar y el hombre opta por irse, me dejo caer en los brazos de la profesora, quien me asegura que todo estará bien.

Pero yo se que no, hoy más que nunca aunque respiro libertad, sigo atrapada en sus manos.




Abogada del Diablo (#9 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora