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Valeria:

Despierto revuelta entre las sábanas blancas y con olor a sexo repartido por la habitación que llega a mis fosas nasales, he dejado mi esencia manchada las mismas sabanas que me cubren e incluso el perfume del diablo esta sobre ellas.

El calor se expande por mis mejillas al ver las huellas sobre el colchón, tengo vagos recuerdos sobre el momento en el que dejamos el estudio para llegar a la cama, pero si tengo vivo sus embestidas en mi cabeza, la fuerza que ejercía y la violencia en la que me hacía saltar, la piel me arde por los pellizcos y chupetones, hay más marcas cuanto más recorro mi cuerpo, sobre todo en los pezones y los muslos, pero no hay rastro del diablo por ningún lado.

Tomo un respiro sabiendo que no entrara por esa puerta ahora mismo, llevo la mano a mi vientre y me apoyo, levantándome, el dolor que me provoco sus embestidas aun me tiene entumecida, pero empiezo a acostumbrarme a la verga que invadió mi coño anoche ya que al menos no me siento tan agotada como el primer día que abrí los ojos encontrándome secuestrada.

Hay ropa limpia para mí, ropa que no es mía y ha seleccionado para mí, me voy por el vestido aceituna de cuello V con tirantes y falda larga, bastante casual.

Salgo de la habitación y uno de sus dos hombres me hace retroceder, específicamente el que no dijo ni una sola palabra la última vez.

Mierda.

Tropiezo por poco, pero me deja pasar cuando voy otra vez hacia la puerta, sin embargo, no se aparta de mí en ningún minuto.

Otra vez no encuentro rastro del diablo y acabo explorando el lugar, sus largos pasillos, los jardines que por alguna razón se encuentran cerrados para mí suerte y acabo ingresando a un gran salón, seguido del comedor, bastante amplio para mi gusto.

Me giro volteando hacia el sujeto que se mantiene callado. Sigue aquí.



(***)



Ingreso a una de las habitaciones sin tocar, es una biblioteca y el mismo hombre se queda en la puerta, mientras yo saco los libros encontrando algunos sobre los cursos que llevo.

Ojeo y empiezo a sentirme incomoda, no me quita la vista.

Con fastidio cierro el libro.—¿Se te perdió algo?

Me observa en silencio, es bastante atractivo a simple vista y se vuelve más atractivo cuando más lo observo y me acerco, sonrio haciendo lo segundo y me planto frente a él.

—¿No hablas?

No responde y vuelvo a sonreír, provocándolo.

—¿No tienes nombre?

Escucho las puertas cerca a la entrada, rodeo al hombre mudo y salgo de la habitación, caminando hacia la puerta de madera donde la cerradura se mueve.

Ingresa un hombre igual de cuerpo agarrado que tengo detrás de mí, otra vez.

Y luego ingresa el diablo.

Habla en su idioma natal sin notar mi presencia, Nikolay Sazonova lleva un puñal en la mano, manchada de "Tinta roja" el cual limpia con un pañuelo oscuro.

Esto es tan normal en él.

—Alek.

Sonrio y me vuelvo hacia el hombre mudo.

—Si tienes nombre. —Le sonrio.

No me mira, en su lugar observa a Nikolay, pero él me observa a mí, nada a gusto.

Abogada del Diablo (#9 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora