Abogada del Diablo (#9 Hijos de la Mafia)

29

Valeria:

—Valeria...

Me llama pero sigo en shock.

Los latidos de mi corazón golpean mis orejas, mi pecho sube y baja, no reacciono hasta que el busca mi calor al acercar su mano y como si algo se activara de inmediato, mi espina dorsal recibe una descarga de impulso, me pongo de pie y me paso una mano por la cara.

De todas las preguntas que tengo para hacerle, esta es de la que más anhelo una respuesta.

—¿Solo me hiciste tu abogada, por qué? —Encojo los hombros. —¿Un juego? —Elevo la voz con cada opción. — ¿Fue un capricho, diversión?

—Cuando te vi en la sala de interrogación ya había tomado la decisión de que me pertenecerías. —Me responde él. —Eres de mi propiedad y necesitaba que te quedaras.

Niego moviéndome de un lado a otro.

—Valeria.

—Tú me usaste, hiciste que perdiera mi tiempo y creyera que en verdad te habían inculpado, per... —Hablo fuerte. —Eras tú y no pude verlo.

Me llevo las manos a la cabeza.

—Ni siquiera te hacía falta ¿No es verdad? ¿Realmente necesitabas una abogada?

—Te necesitaba aquí.

Quería retenerme, por eso el secuestro de mi tía, pero Dimitri y Kira...

—Para encontrar a Kira y Dimitri sí.

—¿Ellos que tiene...

—Sin cabos sueltos, acabare con lo que la rata de Egor no pudo lograr.

Me tenso.

—¿Piensas silenciarlos aun cuando no saben nada? Por eso... ¿Por eso están aquí?

—Es lo que se hará.

—¡Secuestraste a una niña!

No responde.

—¡La secuestraste cuando era una niña y quieres seguir dañándola! —Le grito y mi voz se pierde con la pregunta. —¿Qué más le hiciste?

Comprende mis palabras enseguida.

—Jamás pruebo la mercancía, la distribuyo. —Aclara. —Me importa un carajo que hagan con una de ellas. —Señala detrás de el hacia las mujeres. —Solo quiero lo que me corresponde.

—No puedo creer que diga esto, pero te prefería como un sicario a esto, ahora solo siento más repulsión y asco.

—Te mostré mi colección y así reaccionas ¿No era la confianza que anhelabas, Valeria? ¿El amor que deseabas tener?

—¡Yo no deseaba nada de esto, maldito enfermo! ¡Ni siquiera deseaba conocerte! —Echo a sollozar. —¡Me arruinaste la vida!

Viene hacia mi cuando me descompenso, me sujeta con fuerza y lleva su mano a mi rostro obligándome a mirar al frente.

—Este es mi amor.

Las lágrimas caen por mis mejillas.

—Acéptalo o únete a ellas. —Maltrata mi rostro. —No eres la primera, pero si decides tomar el camino al que no estoy dispuesto a permitir, serás una más que ya deseché.

"A ver si duras más que la última"

Me obliga a mirarlo y aprieta mi mentón.

—¿Qué decides, abogada?

Lo empujo lejos de mí y logro llegar a los escalones, pero me atrapa, dejándome debajo de él.

—No me necesitabas para hallar a Egor... no necesitabas meterme en tu vida para lograr esto. Eres el diablo ¿No? Y fui tan ingenua de creer que un hombre como tu necesitaba de mis estudios, de mi...Solo quisiste retenerme aquí dañando todo lo que me importa y ahora piensas que aceptare lo que deseas.