Día 2
Pepa no estaba muy interesada en el plan. En serio. Pero, ella estuvo de acuerdo de todos modos.
Para evitar sospechas, la mayoría de la familia iría al pueblo como de costumbre. Pepa dejaría que Antonio convenciera a Cas para que fuera a atrapar ranas con él en el río, con Pepa para supervisar. Con todos afuera, Camilo se colaría en la habitación de Cas para investigar.
Dolores parecía convencida de que Cas ocultaba algo. Si era que ella sabía cómo recuperar a Mirabel o algo más, no estaba segura, pero algo parecía estar mal con este nuevo Madrigal.
De todos modos, Pepa ahora caminaba detrás de Cas y Antonio mientras se dirigían al río. Aunque sinceramente Pepa estaba empezando a odiar caminar detrás de los dos. Los ojos de Pepa siguen yendo hacia el reloj de arena en la parte posterior de la ruana de Cas.
Ayer había estado demasiado impactada como para estudiar en serio a la chica, pero ahora estaba analizando todo sobre ella. Su cabello lacio atado en una cola de caballo corta hoy, la forma en que ocasionalmente jugueteaba con sus gafas, pero sobre todo el reloj de arena dorado que se mostraba con orgullo en la parte posterior de la ruana para que todos lo vieran.
Pensar en ello la entristecía, los relojes de arena siempre habían sido el símbolo de Bruno. Pero Cas parecía también usarlos. ¿Había algo que los conectara?
—¿Ex... existe Bruno en tu mundo?
Eso pareció hacer que Cas tropezara un poco y miró hacia atrás sorprendida.
—¿Qué?
—¿Existe Bruno en tu mundo? —Pepa preguntó de nuevo suavemente.
—Sí. Pero tío Bruno se fue porque odiaba cómo lo trataban. Pensó que no estaba ayudando a la familia —murmuró Cas con tristeza—. Al menos eso es lo que me dijo la abuela.
Curiosamente, Pepa pensó que su mamá trató de culpar a Mirabel. Porque Bruno tuvo una visión sobre el futuro concerniente a Mirabel y desapareció después. Obviamente, Agustín y Julieta se habían apresurado a negarlo, cerrando con ello el tema. Lógicamente Pepa sabía que no era culpa de la pequeña Mirabel, pero a veces las palabras de su madre de que Bruno debe haberse ido debido a su visión sobre Mirabel vuelven.
Continuaron caminando mientras Antonio divagaba sobre qué ranas esperaba atrapar y cómo las iba a nombrar.
Pepa vio a Cas interactuar con su hijo menor. Era diferente de Mirabel, Mirabel balancearía los brazos mientras saltaba con una sonrisa brillante y amplia en su rostro y le haría preguntas a Antonio sobre todas las ranas. Cas tenía las manos en los bolsillos, una pequeña sonrisa en su rostro y solo escuchaba en silencio al niño asintiendo ocasionalmente. La falta de Mirabel era cada vez más notoria.
Una nube oscura estaba sobre Pepa, pero ella decidió ignorarla y también lo hizo Cas.
Félix era optimista. Estaba seguro de que Mirabel regresaría en poco tiempo, tal vez solo necesitaban aprender una lección o conocer a Cas. Pepa esperaba que su esposo tuviera razón.
Eventualmente llegaron al río y Antonio intentó correr de inmediato hacia el río, pero pareció hacerlo en cámara lenta, sorprendiendo a Pepa.
La mano de Cas estaba levantada y ella se acercó y lo agarró antes de que comenzara a moverse normalmente de nuevo.
—¡No es justo! Usaste tu don —se quejó Antonio, cruzando los brazos.
—Sí, Mateo y Jaime dicen lo mismo —respondió Cas y caminó de regreso a Pepa—. Primero quítate los zapatos y los calcetines.
Pepa no sabía quiénes podrían ser los niños que mencionó Cas. Ella no conocía a nadie en el pueblo con esos nombres.
—Ay, Toñito. No quiero escucharte quejándote sobre que tus zapatos están empapados cuando volvamos a casa.
Antonio hizo un puchero, se sentó y se los quitó con la ayuda de su madre.
Cas asintió y se quitó los zapatos, así como su ruana y el reloj de pulsera que llevaba puestos y los puso junto a Pepa. Luego se arremangó su camisa y las piernas de sus pantalones. Otra cosa que la hacía diferente de Mirabel. Mirabel habría saltado al agua sin importarle si se mojaba o no.
Pepa observó cómo Antonio arrastraba a Cas al río. Cas era muy cuidadosa con él. Muy diferente a la mirada molesta que tenía ayer cuando dijo que tenía que cuidarlo. ¿Qué cambió?
Pepa tronó ante el pensamiento y para distraerse comenzó a doblar la ruana de Cas, pero se detuvo cuando el reloj se cayó. Lo recogió y lo estudió. Era bastante grande, tenía una mariposa dorada y un corazón entrelazados en la carátula y tenía una banda marrón bien gastada a su alrededor. Lo volteó, vio algunas palabras en él y jadeó cuando las leyó.
Para Pedro,
Siempre serás nuestro milagro
Con amor, mamá y papá
¿Era... era el reloj de su padre? ¿Su padre tenía un reloj? ¿Por qué Cas se los ocultó? Qué confuso.
—¡Ay! ¡Buah!
Pepa dejó caer el reloj y se giró para ver a Cas sacando a Antonio del río quien sostenía su rodilla llorando. Ella tronó fuertemente cuando corrió hacia ellos.
—Mi bebé, ¿qué pasó?
—Lo siento, tía —se disculpó Cas y puso al niño llorando en los brazos de Pepa—. Se resbaló cuando yo estaba poniendo las ranas en el cubo.
—Los accidentes pasan —Pepa comenzó a calmar al niño—. Vamos, Antonio, vamos con tu tía Julieta para sanarte.
—Llevaré tus ranas a Casita, ¿de acuerdo, Toñito? De esa manera te estarán esperando cuando llegues a casa —Cas le sonrió al niño y le revolvió el cabello.
En ese momento Cas también se veía exactamente como Mirabel con esa misma sonrisa. Antonio asintió y abrazó a su madre.
Pepa suspiró y miró a Cas.
—Nos vemos en casa, sobrina.
La mujer se dirigió al pueblo para ver a su hermana, con una nube gris sobre su cabeza ahora. Estaba tan concentrada en el llanto de Antonio que ni siquiera recordaba que se suponía que debía mantener a Cas alejada de Casita.
....
La abuela estaba muy triste. Miró el mural. La falta de su nieta era estrepitosa ahora. Se había ido. ¿Cómo pudo hacerle esto? Le había rezado a la vela, a Pedro, pero Mirabel aún no regresaba.
Cas no era mala, pero no era Mirabel.
Luisa e Isabela estaban haciendo lo mínimo hoy, la tristeza las consumía.
La abuela solo puede imaginar cómo debe ser todo esto para Mirabel, quien amaba tanto a su familia. La abuela parpadeó al ver una característica vestimenta roja y amarilla.
—¿Pepa?
De hecho, era su hija con Antonio recibiendo comida de Julieta.
—Se suponía que estabas vigilando a Casandra.
Una tormenta comenzó sobre la cabeza de Pepa.
—Ay, no. Se me olvidó.
....
Cas sonrió brevemente cuando entró en la casa y vio cómo Casita cerraba la puerta detrás de ella.
—Gracias, Casita.
Las tejas ondularon felices al ser agradecidas. Por lo general, solo Mirabel o la abuela hablaban con él.
Cas bajó el cubo de ranas junto con los zapatos de Antonio.
—Me pregunto si realmente tiene un tanque para ellas...
Levantó la vista y parpadeó cuando vio que su puerta estaba abierta.
—¿Quién...? Ay no... —subió corriendo las escaleras, olvidando a las ranas.
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Cuidado con lo que deseas, abuela
Fanfiction-... ¡Pero si sé que desearía tener otra nieta que tuviera un don! La abuela se arrepintió de haberle dicho eso casi al instante, pero aún más cuando se despertaron para encontrarse con que Mirabel desapareció. Ahora la familia tiene que lidiar con...