Mirabel

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Nadie se levantó temprano al día siguiente. Habían pasado la mayor parte de la noche llorando, así que no sorprendió a nadie.

Pero eventualmente alguien se levantó, saliendo de la habitación de su hermano mayor Antonio fue a su propia habitación a jugar con sus juguetes hasta que todos se levantaran. Pero cuando entró en la habitación se congeló ya que había una chica mayor en su habitación.

Estaba vestida con una falda roja clara que estaba decorada con estrellas, un top blanco con una luna creciente y tenía pendientes que le recordaban a los de su mami. Vio la cara de la chica y decidió que se parecía a Dolores. En especial con su cabello.

—¿Quién eres? —Antonio preguntó y miró sus cajas abiertas.

La chica saltó y luego miró sorprendida al niño.

—Oh. Eres... Antonio, ¿verdad?

Antonio asintió mientras miraba en las cajas que ella estaba desempacando y jadeó.

—¡Mi tucán! —lo sacó de la caja y lo abrazó.

Miró en la caja confundido cuando se dio cuenta de lo que había en la caja.

—¿Por qué están todas las cosas de Mirabel aquí?

La chica pareció culpable.

—Es una larga historia, pero estoy desempacando todas las cosas de Mirabel para cuando vuelva a casa más tarde.

—¡¿Mirabel ha vuelto?! —Antonio le sonrió brillantemente a la chica.

—Sí, volverá pronto —la chica sonrió mientras sacaba parte de la ropa de Mirabel de la caja.

—¡Te ayudaré! ¡Quiero que se sienta como en casa de nuevo! —Antonio asintió tan serio como solo un niño de casi cinco años podía ser y sacó los libros de Mirabel para acomodarlos.

—Gracias —la chica sonrió—. Soy Diana, por cierto.

.....

Agustín y Julieta fueron los siguientes en levantarse, Julieta estaba medio dormida por lo que no notó al hombre pelirrojo de unos 40 años o a la chica de piel oscura de unos 20 en el pasillo poniendo sus fotos en cajas. Julieta pasó junto a ellos pensando sólo en café.

Pero Agustín sí los vio y se les quedo mirando.

Ellos lo miraron.

—Eh... —Agustín tartamudeó mientras los estudiaba.

El hombre parecía solo un poco más joven que él y su atuendo azul se parecía al suyo. También llevaba gafas como las suyas.

La chica tenía el cabello oscuro largo y estaba vestida con un vestido rojo veraniego.

—Maldita sea, esperaba irme antes de que se despertaran —dijo finalmente el hombre mientras miraba a la chica.

—Ay, tío. Tía dejó muy en claro que tendríamos que disculparnos —la chica dijo, se puso de pie y agitó la mano.

Agustín gritó sorprendido cuando vio las fotografías restantes flotar de las paredes mientras las fotografías de las cajas volaban hacia las paredes.

—Sí, eh, solo estamos cambiando las fotos —el hombre pelirrojo le sonrió torpemente a Agustín—. Lo siento por... eh... haberlas cambiados antes. Las chicas son persuasivas.

Agustín agarró una de las fotos y sintió lágrimas en los ojos, ya que era una foto de Isabela, Luisa y Mirabel de pequeñas.

—Espera... tienen todas las fotos... ¿quiénes son?

Cuidado con lo que deseas, abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora