Portgas D. Ace | Piratas

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Pedido de dlobthx

Como mesera de un bar, estaba totalmente acostumbrada a servirle comida a piratas. Había de todo tipo, algunos más dóciles y otros más ariscos, pero nada que no pudiera manejar.

Llevaba trabajando aquí desde que tenía uso de razón, hasta que conocí a Portgas D. Ace.

Era una noche con una gran demanda, parecía que un grupo de piratas importante acababa de embarcar en el pueblo, así que no paraba de ir de aquí a allá.

—Lleva esto a la mesa 19 —me ordenó el cocinero.

—Voy.

Dejé la comanda en la mesa que me habían dicho, y justo escuché cómo la puerta se abría para dar paso a cuatro piratas que entraban al bar con extremada confianza.

Murmullos comenzaron a escucharse por todo el lugar. ¿Eran estos los piratas tan famosos?

De los cuatro, uno sin duda destacaba por su belleza. 

Tenía el pelo negro, un poco largo. Unas pecas que le hacían tener un aspecto un poco infantil. A pesar de llevar una camiseta, en sus brazos se veía claramente que estaba en forma. Además, se le veía parte de un tatuaje compuesto por unas letras. 

Era extremadamente guapo. 

—Bienvenidos —los saludé y los llevé a una mesa. Pidieron algo de comer y beber. 

—Aquí tienen —les dejé a cada uno lo que habían ordenado —. Si quieren algo más, solo tienen que llamarme.

—Lo haríamos, pero no sabemos tu nombre —habló un chico rubio.

—Me llamo Neus. ¿Y ustedes?

—¡Venga ya! ¡Somos súper reconocidos, tienes que saber al menos cómo me llamo yo! —dijo el pelinegro que me fijé antes.

—Nunca he sido fan de los piratas, lo siento, no sé quiénes sois.

Sus compañeros comenzaron a reírse.

—¿Pero quién te creías que eras, Ace? Es obvio que si no nos conoce a nosotros, a ti tampoco.

—Cállate, Marco.

—Conque Ace y Marco... —dije yo —. No, no me sonáis de nada.

Los cuatro casi se golpearon con la mesa en la cabeza.

—¿Y al viejo? Barbablanca.

—Tampoco —negué.

—Eres un caso perdido, Neus —dijo Ace —, pero en el fondo me gusta que alguien no nos conozca.

—Cierto —afirmó uno de sus otros amigos.

La noche en cuestión se desarrolló sin ningún incidente.

Ace y sus amigos, estuvieron contándome cosas de su vida como piratas. Era innegable que me interesaba un montón. Además, veía el brillo de los ojos de cada uno de ellos al hablar.

Ya casi era hora de cerrar. La cocina, al menos, lo estaba. Solo quedaba una mesa, y era la de los chicos, que disfrutaban de una última jarra.

Me acerqué a su mesa, para recoger sus platos ya vacíos. Mis compañeros tenían que limpiarlos. Yo, estaba en la barra, fregando los vasos.

—¿Necesitas algo, Ace? —dije, sin parar de trabajar. El chico se encontraba ahora sentado en un taburete con su bebida en la mano.

—Sí, que salgamos juntos un día.

One Piece | One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora