One-Shots de One Piece con tus personajes favoritos de la obra.
«¿Qué es mi barco? Mi tesoro
¿Qué es mi Dios? Mi libertad
Mi ley, la fuerza y el viento
Mi única patria, la mar»
[Pedidos cerrados]
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Los personajes no son de mi autoría, pertenecen a...
Estaba preparándole comida a Hasley, concretamente su favorita. Llevábamos varios meses saliendo y me hacía el hombre más feliz del mundo.
Nos hicimos pareja poco después de anclar en una ciudad, tenía que cuidar de la chica durante todo el trayecto y me pareció un buen momento para declararme. No esperaba que me correspondiese, debido a mi fama de mujeriego, pero lo hizo.
—¡Hasley-swan~!
Salí de la cocina con el plato y la busqué por todo el barco, no la encontraba. ¿Dónde estaba?
—Luffy, ¿sabes dónde está Hasley? —pregunté.
—Oh, se ha ido —contestó con franqueza.
Mi cuerpo se tensó visiblemente.
—¿Cómo que se ha ido? Explícate, Luffy.
—Ha cogido el Mini Merry II y se ha acercado a un puerto que estaba a la vista.
—Pero, ¿qué necesitaba?
—No lo sé, no ha querido decirlo. No te preocupes, Sanji. Volverá —dijo con una sonrisa y tranquilidad increíble.
Yo estaba totalmente al contrario. Nervioso, histérico, enfadado... Se había ido a saber cuánto tiempo sin decirme nada. ¿Y si no vuelve?
—No sé cómo la habéis dejado irse sin ninguno de nosotros. Ni cómo no me he enterado de esto.
—Se ha ido hace poco, tardará unos días, supongo.
Fui a mi habitación, enfadado, y esperé unos cuantos días.
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~Narra Hasley~
Ya veía el barco a lo lejos, no habían ido muy rápido. Concretamente había estado fuera cuatro días, lo suficiente para poder resolver mis propios asuntos.
Al subir al Thousand Sunny, la primera en recibirme es Robin, que estaba leyendo un libro.
—Hasley. Me alegro que estés de vuelta —sonrió —. Sé de alguien que se alegrará al verte.
Al instante sabía que se refería a Sanji.
—Debería verte Chopper —añadió —. Te veo un poco malherida.
Asentí y me dirigí a la habitación del médico. Mis lesiones no eran graves en absoluto, la mayoría fueron rozaduras o golpes. Nada roto.
—Ya estás, Hasley.
Olía muy bien desde la cocina, tenía ganas de ver al rubio y no me parecía mejor momento que este.
—¡Sanji! —grité con una sonrisa.
Automáticamente, el rubio se giró, con una mezcla de asombro, alegría y enfado.
