One Piece | One-Shots

Roronoa Zoro | Tiempo

Hacía dos años que no lo veía.

Y estaba aún mejor y guapo que antes.

Había perdido un ojo, pero daba igual, su belleza me deslumbraba.

Zoro y yo habíamos tenido una relación antes de separarnos en Shabondy.

Aún recordaba a Kuma, que hizo que todos desapareciéramos. Estuvimos separados durante dos años.

La cuestión era, ¿seguía en una relación con él o el mismo tiempo había actuado como ruptura?

No sabía la respuesta, pero sinceramente yo seguía enamorada de él.

—¡Noa-swaaaan! —escuchaba la voz de Sanji que llamaba desde abajo.

Aunque la persona que decía mi nombre era el chico rubio, mis ojos automáticamente se fijaron en su acompañante.

Ese peliverde.

Mi mundo se paró, y parecía que solo existíamos él y yo. No podía despegar la vista de Zoro, y a él le pasaba lo mismo.

—¡Vamos, Noa! Tenemos que ir al barco.

Volví a la realidad en ese instante y aterricé en Thousand Sunny. Ya en él, comencé a saludar a todos los miembros.

Los había extrañado.

La noche cayó, y junto a ella, la hora de dormir.

Todos los demás ya se habían ido a sus respectivas habitaciones, pero yo aún tenía mi sake en la mano y estaba sentada en la mesa.

Había estado pensando en tantas cosas, que si alguien me preguntaba en ese instante no sabría que decir.

De pronto, mi vaso fue arrebatado. Miré la dirección de la mano que se la llevaba, y sorprendentemente era Zoro, que le daba un trago y justo después la dejaba de nuevo en su lugar.

—Oye, eso era mío —le reproché.

—Compartir es vivir.

Rodé los ojos por su tonto comentario.

—La cena ha estado bien —opinó el chico.

—Sí, lo cierto es que me he alegrado de volver a veros, y Luffy ha cambiado mucho, en el buen sentido.

—También me he dado cuenta.

La conversación se quedó parada, sin ninguno que fuera partidario de romper ese silencio abrumador.

No podía negar que era incómodo, antes no eran así. Eran placenteros y yo estaba tranquila.

—¿Cómo has estado, Noa? —preguntó, varios segundos después.

—¿Quieres que sea sincera? He estado pensando en ti. Cada maldito segundo.

—Me siento halagado, ¿tanto te gusto?