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"Soy bastante valiente, ¿sabes?", le adviertes, mientras le sonríes a Robin desde el sofá, "Así que no te ofendas demasiado si no salto a tus brazos".
Robin sonríe para sí misma mientras empuja la cinta en la videograbadora. Cuando ella llegó por primera vez a tu puerta, con los brazos cubiertos de palomitas de maíz y el último horror oscuro de su trabajo, ciertamente hubo algunos ojos en blanco ante el cliché implícito. Sin embargo, cuando la empujaste hacia la casa por un puñado de su camisa, fue con una impaciencia innegable.
Ahora, mirándola fijamente en la alfombra mientras prepara la película, casi estás zumbando de emoción ante el concepto de una película completa acurrucada en su costado, sin restricciones por la preocupación constante de ser vistas que aún persistía entre ustedes en sus otras citas.
Robin se pone de pie mientras la cinta comienza a reproducirse, acomodándose en el sofá a tu lado. Te mira fijamente por un momento, con una mirada juguetona brillando detrás de sus ojos antes, acompañada de un bostezo burlón, su brazo izquierdo se eleva en el aire en un estiramiento ficticio y se acomoda alrededor de tu hombro.
"Oh, Dios, Rob", sonríes, "Eso fue horrible, incluso irónicamente".
Pero te acercas más de todos modos, apoyando la cabeza contra su hombro. Pones las palomitas de maíz en tu regazo mientras los créditos del título comienzan a reproducirse en la pantalla y pones los ojos en blanco ante la música siniestra cursi que comienza a llenar tu sótano.
Robin alcanza un puñado de palomitas de maíz justo cuando tú haces lo mismo, y cuando tus dedos rozan, levantas los ojos para encontrarte con los de ella en una mirada de anhelo demasiado dramática, rompiendo en risitas poco atractivas para encontrar la expresión burlona imitada en el rostro de Robin.
"Este podría ser el cliché más cursi hasta ahora, ya sabes". lo admites
"Oh, lo sé." Robin sonríe, tirando un puñado de palomitas de maíz a la boca, "pero no finjas que no te encanta".
...
"¡Oh, no el perro!"
Tu rostro regresa al hueco de su cuello, los dedos agarran su mano con tanta fuerza que sus anillos pellizcan su piel. Lo que comenzó como una burla demasiado dramática de millones de escenas cursis de comedia romántica y una excusa para tomar la mano de Robin, se ha convertido en una necesidad a medida que avanza la oscura película.
Robin hace todo lo posible por disfrutar de la proximidad, la forma en que tu aliento recorre su cuello cada vez que te acercas, el calor de tus muslos sobre su regazo. Ella trata de mantener la compostura para ti, de ignorar la vieja lámpara que parpadea siniestramente en la esquina y la forma en que el viento hace ese horrible sonido chirriante cuando golpea contra la pequeña ventana del sótano.
