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Robin tiene los ojos azules, el color del océano.
Tal vez no sea algo que se supone que debas notar sobre tu mejor amiga. Es el tipo de observaciones destinadas a los amantes, a la poesía y a la música.
Pero los ojos de Robin son del color del océano, los amables poetas escriben sobre perderse y, a veces, se siente como si te hubieras estado ahogando en ellos durante años.
Hoy el sol poniente los golpea de una manera que los hace más ligeros, y lo primero que notas es mientras caminan juntos desde el cine, mientras ella divaga sobre la película que vieron juntos.
"Quiero decir, la próxima vez yo elijo la película" -Robin dice: "Eres mi mejor amiga, pero dios, necesitas una educación cinematográfica".
Manejas un quejido no comprometido, ocupado,luchando contra las mariposas que te están haciendo sentir mareada, tratando de ignorar la forma en que su mano roza la tuya a tu lado mientras caminas, cada vez que te hace sentir casi mareada.
Ojos del océano, pecas, manos calientes...
No puedes identificar el momento en que esas características significaron tanto para ti, cuando empezaste a catalogarlas, para adorarlas. A veces, no te imaginas un momento en el que no te hipnotizaran.
"Quiero decir, era cursi de la peor manera".
Las manos de Robin se levantan de sus lados con una acción de mano dramatizante que hace que una pequeña sonrisa suba a tus mejillas, los ojos cayendo tímidamente al suelo.
"Lo sé".
Robin se ríe y tus cejas entran en una especie de expresión dolorida, la sonrisa vacilante y el pecho tensado.
Ojos, pecas, manos, risas.
Nunca ha sido una realización sorprendente, una que traiga consigo el alivio de la comprensión. Preferirías ese momento grande y revelador que pudieras encontrar en algún lugar para poner después, en algún lugar para guardar en la esquina más alejada de tu cerebro y seguir adelante.
Pero la comprensión de que te has enamorado de tu mejor amiga es una que te roe, del tipo que solo se solidifica con el tiempo y se vuelve demasiado para almacenar en cualquier lugar pero en todas partes, en cada mirada y cada sonrisa.
Y todo empezó con esos ojos del océano.
En días como hoy, es demasiado, y no puedes evitar preguntarte si alguna vez amarás a un niño tanto como amas esos ojos.
Y el pensamiento te pone mareado.
"Oh, oye", comienza Robin, frunció el ceño audible en su voz suave y áspera, "solo estoy bromeando. Puedes elegir la próxima película, no me importa, ya sabes que no soy una para las comedias románticas..."
