10"𝐄𝐬𝐭á 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐦𝐢 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚".

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No recuerdo muy bien que es lo que sucedió anoche. Sinceramente solo recuerdo las cosas más relevantes. Mayormente las palabras de Kara, las cuales se repetían incesantemente en mi cabeza. Era una tortura.

Cuando lleve a Kara de la oreja hasta mi habitación, no dije nada más y ella tampoco. Apenas entre a mi habitación la solté y comencé a caminar por la habitación, así como ella lo hizo. Recuerdo que cuando le hable, ella hizo una mueca.

—¡¿Podrías explicarme que demonios acaba de suceder allá afuera?!

—¿Por qué levantas la voz? —frunci más mi ceño cuando ella hizo esa pregunta.

¡Cállate y respóndeme!

—Eso fue muy contradictorio, cariño. ¿Me callo o hablo? —no sonaba burlona, sino confundida.

Su actitud arrogante había desaparecido apenas cruzamos la puerta, había notado que ahora lucía incluso hasta relajada. ¿Cómo podría? Humilló públicamente a alguien y ella estaba tranquila.

¿Lee? ¿Por qué luces molesta? —la mire sin poder creermelo.

¿Enserio preguntaba?

¿Qué sucedió allá afuera? ¿Por qué mierda dijiste que yo le daría una sentencia a ese hombre? ¿Y por qué todos se miraron entre ellos como si fuera de un espectáculo sangriento lo que yo haría? —exigi una respuesta.

Las leyes Kryptonianas indican que aquel que no fue dañado no tiene derecho a decidir sobre un agresor, a excepción de que el agredido este muerto o no esté en condiciones de dar una buena sentencia, se hace un juicio en dónde todos los del consejo le presentan los pro y contras de las acciones del juzgado al pueblo Kryptoniano. —explicó de manera calmada. —¿Por qué luces enojada?

—¡¿Estás loca o qué?! ¡Acabas de darme la vida de alguien en mis manos, Kara! ¡No puedo decidir por la vida de alguien, porque por alguna extraña razón, intuyo que la única opción que tengo es sentenciarlo a muerte! —grite y ella se sentó en mi cama, mientras unia sus manos a frente y me miraba con seriedad.

No es tu única opción, pero si la más justa y razonable. —abri los ojos horrorizada, la muerte y el asesinato no era una opción justa y razonable, al mi parecer. —Lee... no te sientas mal. Se que estás en conflicto con tus enseñanzas en la tierra y con tu moral, pero debo recordarte qué: primero, no estás en la tierra, segundo, ese hombre se sentenció desde el momento en que se topó contigo, y tercero, él se suicidó en el momento en que me insultó frente a mi pueblo. Así que si tú no le das la pena de muerte, se la daré yo, tanto porque rompió muchas reglas y también porque es lo que va a satisfacer y advertir a mi pueblo.

—¿Por qué debe morir? Cometió un error y hizo cosas buenas por su gente. Quizás puede redimirse o no se... Pedir disculpas y-

—Lena. No todos deben de tener una segunda oportunidad, porque no se la merecen. Aunque me da ternura tu empatía por los demás, debo recordarte de nuevo que él no es un humano. Esto no es la tierra. Él tomó una decisión, y él se hará cargo de los resultados. Es simple, las cosas son simples. No le des tantas vueltas.

—¡¿Cómo me pides eso cuando debo asesinar a alguien?! —me desesperaba su indiferencia ante el tema y mis nervios.

—En ningún momento dije que tendrías que asesinarlo. —ella habló sin perder su calma. —Tú solo das la orden de como será su muerte y ya, alguien más lo hará.

—¡Es lo mismo!

—No, no lo es.

—¡Que si!

She is my Queen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora