Capitulo 26 segunda parte.

1.1K 71 6
                                    

Estamos de regreso en la casa de mi tío. Había traído una maleta de más de Paris con toda la ropa que me compre. Bruno viene detrás de mí cargando todo con facilidad. Observo como sus músculos se tensan y agrandan cargando todos esos kilos de ropa. 

Me siento en el sillón admirándolo, ¿cómo todo eso puede ser solo mío? Es mío y de nadie más. Que reconfortante es eso. Deja las maletas en las escaleras y John, el mayordomo, las sube por él. Bruno viene hacia a mí con velocidad, es más, con 4 pasos ya estaba junto a mí en el sillón.

Se sienta a mi lado y me estrecha en sus brazos, recuesto mi cabeza en su hombro y olisqueo su aroma, huele a hombre, con jabón, desodorante y el toque especial de Bruno. 

Toma mi rostro en sus manos y me besa. Fue más bien un roce de labios.

—Ha sido horrible el vuelo de regreso –digo recordando a las sobrecargos atendiéndonos con mucha frecuencia al igual que la ida.

—¿Celosa princesa? –pregunta acariciando suavemente mi cabello.

—No del todo –sonrío con dificultad.

—Sabes que solo te amo a ti.

—Lo sé.

—Me siento muy cansado, y hambriento –me dice yendo a la cocina.

—Bruno te comiste casi una vaca entera –lo alcanzo – ¿cómo puedes tener hambre?

—Soy hombre tn____ -sonríe.

Saca una cacerola, donde Nancy ha preparado la comida. Oh su especialidad. Pechugas bañadas en jugo de carnes. Quizá suene sencillo, pero en realidad es muy difícil de hacer. Lo eh intentado. Bruno saca las pechugas de la cacerola y las pone en un plato. ¿3? Caray le dará diabetes algún día. 

Abro el refrigerador para sacar algo de verduras. Las coloco en un sartén y enciento la estufa. Torpemente al colocar unas verduras toco el sartén e instantáneamente retrocedo en un brinco con mis dedos hinchados del dolor. Bruno deja lo que está haciendo y viene a verme. Toma mi mano entre las suyas y saca un poco de hielo y lo pone en agua. Espera unos momentos y mete mi mano en el traste. El dolor se aleja un poco pero luego regresa. Hago una mueca de dolor y Bruno lo nota. Me besa. 

—Mejor yo caliento la comida –dice Nancy desde la puerta de la cocina –vayan a terminar quemados de por todos lados –suelta un risita y viene a verme. –déjame ver cariño.

Le doy mi mano lentamente y agradezco a los Dioses que no nos ha visto a Bruno y a mí besándonos. 

—No es tan grave, estarás bien –me dice colocando una pomada en las yemas de mis dedos rojos e hinchados.

—¿Me avisas? –le pide Bruno con una sonrisa.

—Claro que si mi niño –dice ella volviendo a su trabajo.

—Ven –me dice agarrándome de la cintura. Amaba eso, me hacía sentirme poseída y deseada.

Nos vamos caminando hasta su cuarto, al llegar me tropiezo con unos zapatos pesados que estaban en el camino y me caigo en la cama. Afortunadamente. Bruno se ríe y luego viene conmigo. Como deseo que algún día se invente algo para cambiar el ADN y podamos ser una pareja de verdad.

—Debes tener más cuidado mi princesa –me abraza.

—Bruno una amiga mía va a casarse la próxima semana y...

—¿Tan pronto? Por muy grande que sea tiene 19 años.

—Es que su novio la embarazo y para no tener problemas van a casarse. 

—Me estas pidiendo permiso –resume todo lo que quiero decirle. Bien.

—Si –le digo sonriendo. No se la razón, o tal vez sí, pero siempre que estoy con él me dan ganas de estar siempre feliz. No hay otra emoción presente en mi sistema nervioso. Tan solo quiero ser feliz a su lado hasta que muera.

—Claro que si –me sonríe y me besa.

Me recuesto en la cama jalando ligeramente su cabello. El beso es apacible, sin prisa, romántico. Enredamos nuestras manos y nuestras piernas. Quiero quitarle la camiseta y verle el torso, pero sé que no sería una muy buena idea. Además tn____ tú ya te habías hecho la idea de morir virgen y soltera, pero con Bruno.

Nos separamos jadeando. Lo necesito y sé que él también a mí, pero su maldita cordura y madurez lo detendrán. Lo sé. Además, yo quería que él me lo pidiera y sabía que eso nunca pasaría.

—¿Qué piensas? –me sonríe.

—Lo mismo que la otra vez –le digo recordando la última vez que me lo pregunto.

—Tn_____ no lo pienses.

—¿Por qué? 

—Porque me gusta que lo hagas. Me gusta que fantasees conmigo. Como yo lo hago contigo, me gusta que seas optimista en la idea de que te hago el amor –cuando me lo dice me sonrojo. ¿También fantasea conmigo? Dios, y yo que pase tanto tiempo sin conocer la otra mitad de mi tío. La pervertida y seductora. 

—¿Fantaseas conmigo? –pregunto inocente.

—Sí.

—¿Qué fantaseas? ¿Desde cuándo? ¿Por qué no volverlo realidad? –digo emocionada.

—Desde hace un par de días, quizá 3. Imagino tu cuerpo cubierto por una ligera capa de sudor mientras gimes para mí. Pero nunca lo volvería realidad –dice serio. Me vuelvo a sonrojar, pero esta vez tanto que siento que otra parte de mí, muy alejada de mi cara, también se calienta. Creo que... estoy excitada.

Enamorada de mi tioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora