¿Quién dijo que sería fácil? #CarlosSainzJr +18

Capítulo 16.

Si no tuviera la certeza de lo que hice anoche podría jurar que un camión me pasó por encima. Me pesa demasiado siquiera el intentar abrir los ojos pero me obligo a hacerlo porque no tengo noción de tiempo y el quedarme dormida todo el día no es parte de mi plan.

Necesito tomar un avión que me lleve a Alemania para poder ver a Gina y hablar con ella, lo necesito con urgencia porque la felicidad que estoy sintiendo me asusta un poco. Me preocupa que me esté sintiendo tan bien conmigo misma y con él que en cualquier momento vuelva a caer en el agujero negro.

Me siento muy bien pero no por esa razón voy a confiarme y dejaré de ver a la alemana, presiento que en estos momentos donde todo parece ir bien es cuando más la necesito, porque no puedo quitar de mi cabeza el pensamiento que todo está yendo perfecto y en cualquier momento todo se va a derrumbar. Estoy consciente que es un proceso largo y hoy más que nunca quiero seguir adelante con las sesiones porque la Isabella que se muestra últimamente me gusta y quiero que se quede el mayor tiempo necesario.

Bostezo con cuidado de no ser tan escandalosa porque no quiero despertar al madrileño que me aprisiona entre sus brazos de la misma manera en que nos quedamos dormidos al amanecer. Intento girarme con delicadeza para quedar frente a él y cuando lo logro sonrío por la imagen que me regala el castaño.

Duerme plácidamente, el cabello lo tiene completamente desordenado cayendo ligeramente en su frente y sus largas pestañas se roban toda la atención. Había olvidado las miles de sensaciones que me provocaba el despertar de esta manera, con él a mi lado. Aunque en el pasado ignoraba las cosquillas en mi estómago y el latido de mi corazón casi desbocado puedo decir que hoy lo disfruto. Gozo que este hombre a mi lado con solo observarlo haga un desastre conmigo.

El solo mirarlo tan tranquilamente me produce la necesidad de cuidarlo y protegerlo de todo y todos, algo irónico porque siempre es él quien me cuida a mi.

Como es de costumbre las manos me cosquillean por tocar su rostro y delinear sus labios sin embargo me quedo quieta, simplemente admirándolo sin ganas de querer salir de la cama aunque es necesario.

-Estoy muy orgullosa de todo lo que has logrado estos años.-susurro casi inaudible. Me sale del corazón pronunciar esas palabras aunque él no me escuche. No es lo mismo pensarlas que decirlas y como le dije, no pienso guardarme nunca más lo que quiera siento.

La tentación me traiciona y con mi mano derecha acaricio el brazo que tiene en mi cintura, desde su codo hasta sus dedos sintiendo el cosquilleo de sus vellos contra la palma de mi mano y sonrío sin poder evitarlo.

Tengo una cosa clara y es que él me hace romper todas mis reglas, así las ponga veinte veces son las mismas veces que mandaré todo a la mierda por verlo sonreír, tocarme y hacerme sentir la única mujer para él.

Se remueve tomándome por sopresa por lo que detengo mis caricias casi hasta dejando de respirar para no despertarlo pero él suelta un gruñido, sin embargo no abre sus ojos, solamente me aprisiona acercándome más a él y mi estómago da un vuelco por la emoción.

-No dejes de hacerlo.-pide sacándome una risa baja y comienzo nuevamente mis caricias pero ahora extendiéndome hasta su hombro y siguiendo la línea de su cuello hasta llegar a la mejilla que tiene levemente cubierta por la barba que está creciendo.- ¿Cuánto tiempo llevas despierta?.-abre los ojos dejando a la vista el café más profundo que haya visto y que se ha convertido en mi color favorito.

-No mucho tiempo.-digo acariciando sus pestañas provocando que Carlos cierre sus ojos y sonría delicadamente al mismo tiempo que se acerca más a mi.

-¿Estabas acosandome Isabella Rose?.-pregunta sin abrir sus ojos porque ahora mis dedos están delineando sus cejas pobladas.