Capítulo diecisiete| Estrellas

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Skylier

—Hola, chica anónima —Él me dedico una sonrisa.

—Hola, has llegado temprano.

—El entrenamiento acabo temprano.

—Entiendo.

—¿Estás lista?

—Si, ya.

—¿Entonces vamos?

—Vamos —Le sonreí.

Han pasado dos semanas desde que Thiago había comenzado ha enviarme flores, casi todo los días, también todo los días encontraba notas en mi casillero y siempre a la hora del descanso, él tenía un pastel de zanahoria y mi café.

—¿Puedo? —Susurró señalando mi mano.

—¿Que cosa? —Parecí confusa.

—¿Puedo tomar tu mano? —Asentí y sentí como su mano tomaba la mía, mi mano se miraba tan pequeña a comparación con la suya. Nuestros dedos se entrelazaron mientras salíamos de mi apartamento.

—¿Como te van en tus clases de tutoría?

—No son tan malas, Damien hace todo lo posible para que les entienda, pero no les entiendo ni una mierda.

—¿Se llevan bien, no? —Preguntó con amargura.

—Si, congeniamos muy bien. —Admití.

Él asintió pero no dijo nada, mientras me guiaba hasta el auto.

—¿Lista para ir a pintar juntos?

Iríamos a pintar y observar las estrellas y tenía la sensación de que sería una muy buena cita.

—Más que lista. —Admití con una sonrisa.

Thiago abrió la puerta del copiloto, invitandome a entrar, subí y le di una mirada de agradecimiento, cuando él subió me volvió a sonreír.

Mi mirada estaba clavada en el paisaje, estaba comenzado a anochecer y las estrellas habían comenzado a salir, el único sonido que se escuchaba era el sonido del radio.

—¿Estás seguro que quieres pintar? —Pregunté, mirándolo.

—Sería una cita muy buena. —Me miró de reojo.—Compré un par de acuarelas, quizás nos ayuden también. ¿Que es lo que más te gusta dibujar?

—Los paisajes, los rostros también, pero me gusta más dibujarlos.

—Entiendo y... hemos llegado.

Era un bosque con un gran río, el cielo estaba de un color rojizo. Bajamos las cosas del coche y saco dos cabelletes y un par de lienzos.

Las dejo sobre el césped y coloco un par de sillas que habíamos traído, deje mi bolsa con mi kit para pintar sobre el suelo, para que los dos tuviéramos acceso a el.

Inhale y exhale el olor que impegnaba aquel lugar, agarre mi cabello en un moño, ya que estaba haciendo mucho aire y lo menos que quería era que me pícara en los ojos.

Con una nota de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora