En un día de tormenta apareció una extraña niña en las calles de Japón, esta se verá involucrada con uno de los más importantes miembros del shinsengumi, lo que la llevará a presenciar los acontecimientos más importantes de la época feudal y descub...
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Al despertar al día siguiente, Megumi se vio invadida por una intensa ansiedad.
Teniendo en cuenta su corta edad fue muy extraño como al principio estaba tan calmada y apacible con la situación, por lo que no era extraño que su estado emocional cambiara de esa forma.
Kin pensó que esto podría deberse al estado de shock que la niña experimentó y la alta fiebre que había tenido por estar expuesta durante la tormenta. Al despertar, Megumi miró aterrada su entorno y comenzó a llorar, lo que inmediatamente generó preocupación en quienes la rodeaban y fue necesario que Kin pasara varios minutos abrazándola para lograr calmarla, aunque la inquietud de la niña no desapareció por completo, ya que la angustia y el desconcierto se aferraban a ella con una fuerza perturbadora.
En esa misma mañana, Kin se preparó para dirigirse al mercado en busca de los suministros esenciales para el hogar, debido a que en el día anterior la tormenta había provocado el cierre de todos los negocios, impidiéndole conseguir lo que necesitaba, quería terminar con ese labor para poder hacer el desayuno.
Antes de partir, dejó a Souji y Megumi en casa, encomendándoles el cuidado del hogar durante su ausencia, esperando que no hicieran travesuras durante su ausencia.
Una vez a solas el chico de cabellos castaños observó con curiosidad a la pequeña nueva integrante, que parecía estar sumida en sus pensamientos y luchando por contener sus lágrimas, observando un punto fijo de la casa de madera en mal estado debido a la humedad. Con delicadeza Souji le tocó el hombro para llamar su atención y proponerle realizar alguna actividad divertida y cuando Megumi se dio cuenta de su presencia, la voz que había resonado en sus recuerdos antes, volvió a susurrar algunas palabras de consuelo.
"Todo va a estar bien"
En ese momento, Megumi le brindó una leve sonrisa y en respuesta Souji inclino su cabeza ligeramente a un lado, como si estuviera intrigado por su gesto, ya que su reacción había resultado un tanto inusual para el chico.
-¿Quieres jugar? - preguntó con entusiasmo, extendiendo su mano hacia Megumi para ayudarla a levantarse del tatami.
-Está bien, ¿Qué deberíamos jugar? - respondió Megumi con voz suave que parecía vacilar entre la emoción y el nerviosismo, dejándose guiar por su nuevo amigo.
-Bueno no podemos salir de la casa, así ¿Qué te parece a las escondidas? - ella asintió con una sonrisa y comenzaron a divertirse juntos; mientras ella contaba hasta 50 y su nuevo amigo buscaba un lugar para esconderse, desvaneciendo lentamente casi todas las inseguridades e incertidumbre que había sentido hace apenas unos pocos minutos.
Cuando Kin regresó a casa, se sintió aliviada al verlos juntos, compartiendo risas y diversión.
A pesar de sus intentos por averiguar sobre los familiares de la niña en la sede de seguridad local, nadie pudo proporcionarle información o reportes de su desaparición. Era como si Megumi hubiera surgido de la nada, sin ningún rastro de su pasado o su lugar de origen, pero Kin no quiso preocuparse por el tema en lo que restaba del día, ya que gracias a la política de aislamiento ella estaba casi segura de que Megumi era una ciudadana de Japón. Sin embargo pronto se daría cuenta de que estaba equivocada y la situación era mucho más complicada de lo que cualquier persona se imaginaría. Incluso la pequeña pelirroja vagamente tenia el presentimiento de que regresar a su hogar no sería una tarea sencilla.