Gotas Saladas [Edición]

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Las gotas de lluvia caía sobre los senderos verdes que se encontraba al rededor de la mansión. Los orbes celestes se mantenían en pausa mientras la lluvia continuaba cayendo.

— señor la cena está lista — hablo un hombre moreno quien portaba un mandil.

Los ojos celestes se giraron para ver al hombre quién tenía la cabeza gacha.

— te eh dicho que no me llames señor, soy takemichi — la mirada cansada y con una que otra arruga. Le sonreía amablemente al hombre.

Takemichi continuo a pasar al comedor donde una jovencita de cabellos ondulados rizados azabaches. Acomodaba la mesa y ponía en orden todo.

— papá, eh acomodado la mesa — dijo mientras ponía un mechón de cabello detrás de su oreja.

— kahori, cariño que hermosa te vez— takemichi se acercó a ella y la abrazo. Realmente esa calidez era reconfortante.

— ¿y Eji donde está?— pregunto takemichi mientras tomaba asiento.

— salió, desde hace un buen rato. supongo fue a la empresa. El tío Koko ah estado detrás de él acerca de una firma de negocios.

— ya veo, ah estado muy ocupado cierto — takemichi probó la comida y se deleitó con tan rico sabor.

Kahori Sano. La hija menor de el, tenía 19 años y estudiaba  gastronomía y cultura de País.
Era alguien que tenía su carisma y amabilidad al conversar con personas. Una joven Omega que pronto sería cortejada por un alfa, Emmett Tachibana. Era gracioso el echo de que el hijo mayor de Naoto se comprometiera con su bella hija.

Realmente estaba feliz, bueno en lo que cambe. Sus dos hijos ya estaba grandes. Eji siendo un ejecutivo muy ocupado y teniendo un gran corazón como el de su padre.

Realmente el recordarlo lo ponía melancolíco. Apesar de los años no superaba la muerte de Manjiro, quien no tuvo la fortuna de conocer de su bella niña quien al año dijo papá mientras miraba su foto.

Aunque se lo guardará, en tan poco tiempo estaría con mikey felices como lo prometieron. Aún portaba el anillo de compromiso y no se lo quitaba para nada.

[....]

Su mirada era penetrante y a cada paso que daba todo mundo se quedaba con la cabeza abajo y en silencio.

Claramente era un alfa de sangre pura, con carácter y fuerza para hablar y hacer las cosas.

Caminaba en silencio por el enorme pasillo del cabaret tan bajo. Sus mechones negros se mecian conforme su caminado. Su traje rojo era tan brillante y su mirada parecía que mataría al que se le cruzará.

Aunque su rostro era cubierto por una máscara, no era difícil sabe quién era. Su nombre era reconocido por el bajo mundo y era temido.

A su espalda un peli rosa caminaba cubriendo su espalda mientras sonreía a cada paso que daba, estaban más cerca de lo esperado.

Llegaron frente a una puerta de madera algo desgastada.

La sonrisa se expandio y después de tantos años, porfin podría cobrar las deudas y estaría en paz con el mismo.

Derrumbaron la puerta y escuchar el grito de las mujeres y el ponerse en alerta le fue la más satisfactoria nota.

El hombre entro con las manos en las bolsas mientras miraba atentamente el rostro enfrente de el.