Sala roja con luces violeta

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La familia completa salió del edificio sin decir nada más que pudiera incomodar a Olivia, llegaron al estacionamiento y antes que sus padres pudieran hablar Matías los detuvo.

—Yo llevaré a Oli a su apartamento—.
La alfa y el omega se miraron y asintieron, era lo mejor darle espacio.
—¿Estás bien?— se acercó Valerio a tomar a su hija rodeándola con sus brazos.
—No te preocupes papá, estoy bien, no ha pasado nada— rio devolviéndole el abrazo, sin embargo Matías a su lado sabía que esa risa no era genuina, era forzada.
—No te preocupes, lo que quieras mamá va a apoyarte— se acercó Esmeralda a abrazarla también —Y si te rompe el corazón como dijo Alma, yo le saco el suyo— la alfa se agachó a darle un beso en la frente, mientras con sus manos acariciaba el cabello de la que siempre sería su pequeña.
Valerio y Esmeralda se separaron de Olivia y esta vez tomaron en brazos a Matías.
—Tu también— dijo la alfa —El teléfono de mamá y papá siempre está encendido para ustedes y nadie más, a cualquier hora— y le dio un beso en la frente al que también siempre sería su pequeño de rizos chocolate, ambos se despidieron de sus hijos y los dejaron solos, a pesar del nudo silencioso que llevaban.

Matías tomó a Olivia de la mano y la llevó hasta donde estaba ángel, colocó su huella en el sensor de la llave y está abrió la puerta del piloto de inmediato, subió a desbloqueó la del copiloto para que su hermana subiera, salieron del edificio en silencio, ella iba como si nada hubiera sucedido y esa actitud le estaba colocando los nervios de punta.
Sabía que había algo de esta situación...

—Bueno, esto ya duró demasiado, puede que papá y mamá no te quieran hacer las preguntas en este momento, pero yo sí—.
—¿Qué preguntas?— respondió Olivia con mofa.
—No lo sé, por ejemplo ¿cómo la conociste? y ¿cómo supiste que era tu alfa? Dudo ella haya llegado diciendo que lo era ¿ella está consciente de esto?¿qué dijo si es que lo sabe?—.
Su hermana por primera vez lo volteó a ver con esos ojos expresivos que tenía, entonces comprendió que había tocado un hilo sensible, no sabía cuál de todas las preguntas o de lo que había dicho era, pero su intuición jamás le fallaba.
—Solo te diré que ambas estamos conscientes de que estamos destinadas, lo demás no es asunto de nadie más que mío— le contestó con una indirecta clara, no dejaría que nadie se interpusiera en su decisión, cual fuera la que tomara. Matías suspiró frustrado, no era la primera vez que actuaba de esa manera y la única forma de sacarle algo de la cabeza era dejando que ella misma lo olvidara.

—Está bien— dijo el omega —¿Qué harás ahora? lo que quieras hacer debes de sacar ventaja y provecho de la situación ¿qué procede ahora Olivia?—.
Ella solo sonrió viendo hacia la ventana pero no respondió. El trayecto del edificio hacia el apartamento de la omega era corto, en menos de 30 minutos estaban cerca y ninguno de los dos había dicho algo más, Matías se estacionó frente al complejo de torres y ella abrió su puerta.
—¿No quieres que me quede contigo?— le preguntó pensando que quizá no querría estar sola después de una reunión como esa en medio de la noche. Sin embargo Olivia negó con la cabeza. —No te preocupes por mí. Ve a descansar, has hecho demasiado estos días— sin más cerró la puerta y corrió a entrar por la puerta de residentes y pareció perderse.

A Matías algo de toda esta situación no terminaba de encajarle, avanzó unos metros y estacionó su vehículo adelante, en medio de otros para que no lo vieran, esperó, primero fueron 5, después 10, que luego se convirtieron en 15 minutos cuando vio aparecer una camioneta negra, por la lejanía en la que estaba no distinguió bien el número de la matrícula, pero algo estaba seguro cuando vio a su hermana salir al segundo que el vehículo se había puesto frente al portón, Olivia no le estaba contando todo y esa era la primera vez.












La Canción de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora