—Quiero regresar a mi apartamento— dijo Matías separándose del beso brusco y asustado.
¿En qué estaba pensando en ese momento? no sabía por qué lo había hecho, estaba alterado, había besado a Haakon y ahora estando sobrio podía decir que le gustó. Su cabeza decía una cosa pero su cuerpo reaccionaba de otra, sin embargo eso no significaba que porque estuvieran cerca era una oportunidad para volver a probarlo, aunque recordara la suavidad de esos labios sobre los suyos haciéndolo aún más tentador y difícil de evitar...La verdadera razón por la que quería regresar a su apartamento, era a encerrarse y no porque no quisiera seguir más tiempo con él, el problema estaba en que si seguía más tiempo con el alfa no podría tener control de sus acciones y el beso era prueba de ello; no tenía las riendas de si mismo en ese momento y detestaba eso.
A Haakon el cambio de actitud lo tomó por sorpresa, con sus manos aún en el rostro de Matías trató de no dejar salir su confusión al ver cómo repentinamente el omega trataba de colocar distancia entre ellos, cuando segundos atrás era él quien lo había besado. Estiró su brazo para activar la dirección hacia el apartamento, la había guardado desde la última vez, solo tuvo que abrir el área de elección para presionarla y la camioneta se colocó en marcha. Matías de soslayó observaba todo lo que decía en la pantalla y no pasó por alto como había varias direcciones, no quería pensar de más, pero le era imposible no deducir que quizá no había nadie esperando al alfa de regreso en Noruega, si así de fácil se había dejado seducir en un club por él, entonces podría ser que no era novedad que los amegas se abalanzaran sobre él, quizá simplemente había jodido su vida y ya.
Después de todo, un alfa marcado, era un alfa arruinado.
¿Esa era la vida que quería? Haakon había hablado de casarse como si fuera solo ir a desayunar juntos y ya, había tocado el tema con tanta simpleza, como si no significara nada el estar unidos; lo cual no era lo mismo para él, el casarse lo ataría legalmente a Haakon en muchas formas e inclusive podría terminar marcado, cosa que lo haría perder todo... Matías suspiró en silencio, no iba a dejar que las cosas siguieran el rumbo de esa manera, Haakon seguía siendo su alfa así y por ende debía de sacar provecho de todo lo que pudiera; si se iban a casar haría lo necesario para que todas las cartas se inclinaran a su favor, le atraía, sí, pero no iba a dejar que esos sentimientos se interpusiera, no era necesario que ambos se amaran del todo para consumar el enlace. Así que dejó de lado todas sus ideas y sin decirle nada lo volvió a tomar del rostro para pegar sus labios de nuevo, si esto iba a ser pues iba a ser a su manera, nadie más.
—Matías ¿quieres continuar haciendo esto?— se separó el alfa como pudo, los cambios en el omega lo confundían completamente dejándolo sin saber qué hacer.
—¿Tú no?— contestó Matías con su mirada vacía —Si nos vamos a casar ¿quieres que vivamos una vida separada entonces? donde tu tienes amantes y yo me quedo en casa como un omega debe de hacerlo— comenzó a dejar salir feromonas de manera ligera, no quería otra sesión de no recordar lo que había sucedido, solo quería tentar al alfa hasta hacerlo caer en sus manos y tenerlo por completo, la marca era solo un paso.
—No entiendo...— dijo Haakon perplejo después del beso.
—Si eso es lo que quieres, casarnos, hacer esto legal por el accidente y seguir como si nada, pues bien, continúa viendo omegas si quieres, no me molestaré, yo seguiré con lo mío— le respondió con un tinte de provocación sutil.Al sentir las feromonas Haakon no comprendía qué quería decir el omega, pero el pensamiento de Matías buscando la compañía de otros alfas fue suficiente, tomándolo del rostro respondió el beso y esta vez el ambiente de tristeza empezó a mezclarse con algo más, una pequeña llama se estaba encendiendo y extendiendo por el interior del auto haciendo que el nórdico lo pegara más a su cuerpo, no quería espacios entre ellos, ni uno solo, lo quería todo para él.
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La Canción de Hielo
RomanceMatías, un omega dominante con un gen extremo es el mayor de los hijos de los dueños de las empresas hoteleras millonarias más importantes de Latinoamérica, el grupo Otero, detesta con todo su ser la idea de ser marcado y usado como una máquina par...