Día 0

16.2K 2K 313
                                    

La hora de salir por el elevador al estacionamiento se sintió como saborear libertad a las cinco de la tarde, después de haber trabajado todo el día sin detenerse más que para simular un par de minutos de almuerzo, todo el peso que durante la jornada había mantenido en sus hombros, tenso, se esfumó y la razón ni siquiera era porque había terminado todo lo que necesitaba, no, la razón estaba estacionada a un par de metros de distancia dentro de una camioneta negra, esperando por él. Decir que había tomado su bolso y salido corriendo del club antes que comenzaran a prepararlo para esa noche de viernes no era una exageración, sin embargo si alguien se lo hubiera comentado o le hubiera preguntado cuál era la prisa por irse, él la habría creído como una.

Subió rápido sin esperar a que Haakon bajara a abrir la puerta para él, tiró el bolso atrás sin importarle donde cayera o si se salía algo de el y tomó al alfa del rostro; llevaba toda la tarde anhelando ese momento con desespero inexplicable, un beso de ese alfa parecía tener la cura misteriosa a varias de sus inquietudes sin explicación lógica alguna, quizás eran esos labio o la forma como esos ojos violeta lo verían después del beso o la sonrisa que seguiría ante el gesto; simplemente era Haakon y nadie más que él.

El nórdico por su parte cuando los labios de Matías se alejaron de los suyos, se sintió insaciado por lo corto que había sido, en silencio deseaba más, pero no se atrevía a presionar o pedirlo aún. Cosas o gestos inesperados como ese lo dejaban anonadado sin saber que hacer o qué decir.

El omega comenzó a acomodarse en el asiento mientras desabrochaba un par de botones de su camisa manga larga, luego de todo el labor que había realizado se sentía pegajoso por el estrés, sucio, necesitaba un baño urgente antes de pensar si quiera ir a la cita que ambos tenían. Como si hubiera leído sus pensamientos el auto se encendió y salió del estacionamiento interno en el Misofengaro a la calle principal, en dirección al apartamento.

Al llegar al lugar lo primero que Matías hizo fue quitarse la ropa de encima y tirarla al cesto de la sucia, Haakon que ya sabía su rutina simplemente se acomodó en la sala a leer correos de la tarde a esperar lo que su omega necesitara.

De prisa se dirigió al baño a preparar la tina mientras se colocaba el bonnet en la cabeza, ese día lo que menos quería era lavar su cabello, eso solo lo haría perder más tiempo, la cita lo tenía por las nubes, saber que era la sorpresa le había llevado parte de la mañana al tratar de adivinar sin triunfo alguno de su parte, siempre era emocionante en especial cuando Haakon no le daba ninguna pista por la mañana y solo decía "en la tarde iremos a un lugar", el alfa no tenía lo que eso causaba. Con desesperación vio que la tina no estaba llenándose a la velocidad que esperaba, quería salir rápido para estar con Haakon, sabía que para la altura a la que estaba el agua sería fría, pero sin pensarlo se metió aunque estuviera aún a la mitad, sería un baño rápido era lo que pensaba en su mente cuando vio la silueta casi divina en el marco de la puerta, viéndolo en silencio, quién sabía cuántos minutos llevaba ahí.

—¿Quieres entrar?— sonrió provocativo viendo a Haakon a un par de pasos, comenzó a calcular la hora, aún podían hacer un pequeño espacio...
El alfa lo miró de arriba a abajo con esos bellos ojos que tenía y le devolvió una sonrisa afectada por la provocación. A Matías le encantaba cuando hacía eso.
—Si— le respondió el nórdico volteando hacia otro lado, evitando su cuerpo desnudo por más de lo que quería —Pero antes, ten, ya sonó tres veces y no sé si lo estabas ignorando a propósito o no escuchabas, parece urgente por los mensajes— dijo acercándose a darle su teléfono.

Matías se extrañó al ver su celular, no había razón alguna por la que tendrían que llamarle fuera del horario para ese día, salvo que hubiera salido algo mal con la reserva de esa noche, que hubieran cancelado o un accidente con los primeros clientes; no había nada que se le ocurriera en sí. Lo tomó y al ver la pantalla vio las 6 llamadas perdidas de Olivia, dos de ellas habían sido cuando aún iban en carretera, de verdad no había escuchado nada durante el camino, lo cual era raro; en ese momento entró la llamada número 7, Matías deslizó sobre la pantalla de inmediato para contestar.

La Canción de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora