Capítulo 17: Establishing Footing

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Unos ligeros copos de nieve caían del cielo oscurecido con nubes oscuras que cubrían la luna. Era obvio que había nevado recientemente y que el polvo blanco y fresco sólo dejaba una pequeña capa de polvo en las vías, los árboles y el pavimento. A lo lejos, Hogsmeade se distinguía bajo las lámparas de fundición naranja con la nieve cayendo hacia abajo. Sus compañeros de clase se apiñaban con sus túnicas negras de Hogwarts, con varios dientes castañeando, algunos murmullos y las respiraciones formando pequeñas nieblas frente a ellos, esperando ansiosamente que los carruajes los llevaran de vuelta al castillo.

Harrison observó cómo sus compañeros subían al carruaje, que era tirado por thestrals, en dirección al castillo. Draco estaba de pie junto a Harrison, su rostro de piel pálida empezaba a adquirir un tono rosado claro por el frío, con la nariz ya de un tono rosado. Tenía las manos metidas en los bolsillos, manteniéndolas calientes del frío que los envolvía. Draco giró la cabeza hacia Harrison y preguntó en voz baja,

-¿Dónde has desaparecido? Mamá y papá se preguntaban dónde habías desaparecido también-.

-Como dije, tenía algunos asuntos que hacer...- Harrison respondió hacia el rubio, -Además... estaba a salvo por si se preguntaban que no lo estaba-.

Draco puso los ojos en blanco como respuesta, -Claro...-

Harrison y Draco consiguieron colarse en un carruaje lleno de otros estudiantes. Sus compañeros se pusieron rígidos al verlo, con sus penetrantes ojos verdes asesinos mirándolos, algunos desviando la mirada en respuesta. Él sonrió internamente ante la respuesta.

El viaje en carruaje hasta el castillo fue corto, sin que nadie se atreviera a mantener una conversación, ya que el único sonido provenía de las ruedas del carruaje rodando hasta el castillo, y de los suspiros ocasionales. Harrison y Draco entraron en el gran Comedor y se dirigieron hacia el extremo derecho, donde se encontraba la mesa de Slytherin, sentada junto a Theo, Blaise, Pansy y Daphne, a la que Pansy se pegó al instante a los brazos de Draco, con cara de satisfacción.

Mientras charlaban más sobre sus descansos, Harrison levantó la vista hacia la mesa del personal, viendo a alguien que le heló la sangre.

Justo donde Quirrell se sentaba normalmente al lado del profesor Snape, estaba sustituido por otra persona. Alguien mucho peor.

James Potter.

Tenía el mismo aspecto que la última vez que Harrison lo vio. Las gafas redondas con los ojos castaños ocultos tras la montura, el pelo negro desordenado que se negaba a permanecer suelto. Lo único que era diferente era la sonrisa que tenía el hombre, una sonrisa que probablemente significaba que estaba contento de estar allí, pero también que haría que todos los que no estuvieran en su lado bueno, lo odiaran.

-Harrison, ¿qué pasa?- Siseó el rubio, antes de mirar hacia donde se posaba la mirada de Harrison. Volvió su mirada a la mesa y lo mismo hizo Harrison. -Oh... Qué extraño... ¿Qué pasó con Quirrell?-.

-No sé-, respondió Blaise. -¿Qué crees que le pasó a Quirrell para que abandonara el semestre pasado?-.

No tardaron en darse cuenta todos los demás en el Gran Comedor. Los murmullos estallaron en el gran Comedor, preguntándose por qué estaba aquí Lord Potter en lugar del profesor Quirrell y, por supuesto, el Señor Tenebroso.

A estas alturas, los susurros estallaron entre la mesa, ya que se dieron cuenta de que Quirrell no aparecía por ningún lado, y James Potter ocupaba su lugar.

Se oyó un ruido metálico procedente de la mesa del profesorado, con McGonagall golpeando una cuchara de metal contra la copa de bronce que tenía delante. Los murmullos se apagaron rápidamente al estallar, mientras Dumbledore se levantaba de su asiento con los brazos abiertos de par en par, como si estuviera a punto de darles a todos un abrazo, sus ojos azules de bebé centelleaban y una gran sonrisa se apoderaba de sus facciones,

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