En el reino Luna roja existe 3 casa.
Casa dorada:
Donde se educan al futuro consorte del rey .
Casa plateada:
Donde se educan a los concubinos del rey.
Casa roja:
Donde se enseña a los esclavos a servir correctamente.
En Luna roja ser Omega no s...
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Ya eran las 5 de la mañana y aún Mew no se saciaba del futuro consorte, era como una droga difícil de conseguir y la que por fortuna él tenía el monopolio.
—Esta mierda no es normal—se dice así mismo mientras ve al chico agitado por el orgasmo que tuvo segundos atrás.
—Tengo que irme, prepara hoy tus cosas, te quiero en palacio.
Gulf sale de su trance de placer y pasa al espanto.
—Su majestad, la boda será pronto aguante un poco y me tendrá toda la noche si así lo desea, pero necesito descansar, y así pasar mi última semana con mi familia—dice sonrojado.
Mew se inclina y besa sus labios, los cuales estaban hinchados.
Mew rueda los ojos, técnicamente la boda que valía era la de anoche.
—Ok, antes de irme nos bañaremos juntos y te dejaré descansar.
—Pero...
—¿Qué?, ¿me estás desafiando?
—Para nada—dice algo asustado.
Mew lo nota, tenía que controlar su mal carácter con su omega. Era algo asustadizo.
—Ven, las aguas con hierbas aromáticas medicinales te harán sentir bien—diciendo eso lo carga, ya los sirvientes habían preparado la tina, Gulf sintió alivio cuando el agua tibia acarició su piel.
—Esto es delicioso, mi señor.
Mew sintió nuevamente deseo de poseerlo, pero sabía que el cuerpo de su omega estaba adolorido, lo había poseído de todas las maneras posibles y su chico no se había quejado ni una sola vez, su fuerza era de admirar, ni siquiera un alfa lo aguantaba toda la noche.
Gulf se posiciona entre sus piernas y Mew lo abraza.
—Diamond creo que nuestro matrimonio será un manjar, el cual será envidiado por los dioses.
Gulf al escuchar ese nombre recuerda de quién era ese rey y cuál era su posición, por primera vez sintió envidia de su amigo, no evitó sentirse terriblemente mal, por desear lo que le pertenecía a su mejor amigo.
—¿Sucede algo?, eres callado, pero tu silencio me huele a tristeza.
—¿Por qué dices eso?
—No lo sé, es extraño, pero sentí tu tristeza. Considero que tener tanto de ti me enloqueció la cabeza.
Gulf Baja su cabeza, en verdad estaba triste, no quería abandonar esos brazos fuertes que lo abrazaban, no entendía la razón, pero al parecer era fácil enamorarse del primer hombre con el que se acostaba un virgen.
—Déjame romper el protocolo y llevarte conmigo—insiste nuevamente.
—Solo, espere un poco más —le ruega mientras busca con desesperación el pene de su alfa.
