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ran sabía que el tiempo no curaría la herida que se le formó en el pecho cuando el avión despegó de japón con destino a venecia. fatídico día que dejó atrás a la persona que él proclamó como el amor de su vida.
lindos días aquellos dónde como todo un "adolescente" enamoradizo de veintitrés años conoció a alguien que revolucionó todo aquello que su mente albergaba, alguien que entró a su corazón en torbellino y se apoderó de todo aquello que consideraba muerto. en el amor nunca tuvo suerte y antes de él agotó todas su lágrimas. después de tanto error apareció su salvador.
salidas de noches hasta el amanecer dónde compartía auto con ese hermoso chico, canciones a volumen alto, rock, pop, cualquiera era melódica si provenía de la boquita del melocotón. escuchando a nahoya cantar con alegría y diversión mientras que él se encargaba de verlo con una sonrisita deseando guardar en su memoria la dulce risa del ajeno, la textura de sus manos, brazos, mejillas, labios. todo su cuerpo y alma. sus preciosos orbes mirándole con dulzura.
sitios dónde se perdían mutuamente pero era tan fácil encontrarse por que eran tan diferentes que se atraían entre sí. ran amaría describir en pocas palabras qué era nahoya para él pero no las encontraba, era tan indescriptible las emociones que nacieron de su corazón. sólo quería que nahoya fuera jodidamente feliz con o sin él.
ya estaba inscrito en la universidad y se iría al día siguiente y deseaba decirle a nahoya lo mucho que le amaba, asegurarle que apenas tuviera el título en sus manos él regresaría a japón y lo buscaría para llevar a acabo todo lo que imaginó junto a él. el miedo no le impediría ser feliz. antes de él no conocía el amor.
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preciosa noche de invierno, las luces de la gran roppongi brillaban con intensidad decorando las calles concurridas de la zona costosa de la región de donde provenía 'el chico de las trenzas' apodo que se ganó por parte de ambos gemelos el primer día que apareció en su puerta con dos ramos de rosas, con su típico y exótico peinado mientras lucía radiante como siempre. palabras de cortesía de el mismo ran mientras aludía esto a que debía verse estupendamente bien.
volviendo al tema ¡hoy sería el día en que se le declararía a nahoya! hoy era el último día que le quedaba en el país para irse mañana a buscar su propio camino y regresar para poder brindarle a nahoya una vida feliz con exceso de lujos y un inmenso amor. esta noche sería increíble, estaba emocionado y nervioso, debía pensar bien antes de actuar.
su mano derecha encima del muslo de nahoya dando pequeños apretones logrando que nahoya sintiera cosquillas y riera tratando de quitar su mano de allí fallando ante la clara diferencia de fuerzas entre ambos. ya habían ido a cenar en el restaurante elegante que ran eligió comiendo y bebiendo las comidas más finas y deliciosas de su menú, siendo ya casi las once de la noche cuándo ambos se fueron del restaurante.