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la tranquilidad de nahoya murió en el momento en que a su despacho llegaron los hermanos haitani. llegaron discretamente sin armar mucho bullicio, aparcando el auto donde venían en el último puesto del parqueadero y dejaron buena propina a la persona quién los cuidaba.
entraron como pedro por su casa y hablaron directamente con yuzuha shiba la cuál les negó la entrada por saber quiénes eran, ella juraba que algo enorme se venía al ver a esas dos dichosas figuras apareciendo en un despacho como lo era "kawata y asociados". no pudo hacer mucho realmente y terminó siendo amenazada con la simple mención que ellos y su hermano mayor eran socios en negocios en común y sería aburrido que él supiera y ella fuera rependida. no tuvo de otra opción que dejar entrar a ese par al último piso de aquél gran edificio que era poder de nahoya y sus años de trabajo y esfuerzos descomunales junto a su hermano menor.
su caminar confiado y sus portes elegantes y extravagantes no pudieron pasar por desapercibida y llamaron la atención de más de uno que no dudó en fruncir el ceño y cortar contacto visual con ellos. sería un pecado enorme caer en la vista de algún haitani y que estos tentaran contra su vida o algún familiar.
después de todo de eso se trataba, ¿no?, gente mala con amigos malos que hacen cosas malas. ellos eran capaz de matar a tu papá, a tu mamá, a tu hermano, a tu hermana, hijo o hija, el perro incluso. si la abuela estaba muerta la desenterraban y la volvían a matar. era perturbador todo.
las flores que el mayor del clan haitani traía eran algo que despertaba la atención de la mayoría, era no muy normal ver a grandes narcotraficantes con detalles a abogados que no lo han representado jurídicamente o han trabajado juntos. aquello era una gran novedad y suceso. ver a ran haitani tan formal con pintas y aires de ser un muy íntimo amigo de nahoya.
y cuándo el gemelo mayor vio a ese par de escorias entrar a su despacho pegó el grito al cielo y maldijo internamente el momento en que su hermano decidió irse a tener una romántica relación amorosa con ese jodido hampón asesino. llorará sangre si algo le sucede a su hermano.
― les cuento tres y se me van de acá.― habló iracundo nahoya golpeando la mesa de su escritorio.― háganle ya mismo por dónde llegaron.
el ambiente era incómodo y molesto. aún estaba por comenzar todo y ya estaba sufriendo un infierno en carne propia. tantos años buscando librarse de algo así para nada, en sus largos años en lo jurídico y penal jamás atendió un caso de algún narcotraficante por las consecuencias que traía eso: clientes insatisfechos, amenazas, secuestros, atentados de muerte.
― buenas tardes, señor abogado.― la canterina voz de ran resonó por la habitación la cuál observó con una sonrisita adornando su hermoso rostro. sus profundos ojos violáceos detallando todo el lugar. tomó asiento en la silla de madera frente al menor y dejó el ramo encima de la mesada.― es un total honor conocer a mi futuro abogado y saber que es tan genial como he escuchado.
― abogado la puta que te parió, haitani.― la rabia que sentía en ese momento nahoya no se comparaba con la repulsión que sentía al verlos allí. tomó el ramo y lo dejó caer en el piso quitando los papeles que quedaron con algunas pétalos y los guardó en un cajón.― ¿no escuchaste?, que se vayan.
― más respeto en cómo nos hablas, cabrón.― ese era rindō haitani. el prepotente y egocéntrico integrante menor del clan haitani. un chico que brilla por cualidades pocos positivas pero con ayuda de su belleza opacaba el resto. tomó asiento en la otra silla y no dudó en subir sus pies al escritorio tomando una posición más cómoda.― sin duda es muchísimo más amigable sou.
mucho lo descarado ese mal nacido. la vena se figuró en la frente de nahoya y nuevamente azotó su mano en la fina madera de su escritorio provocando la sonrisa más burlona del chico de lentes.
― ni fui, ni soy y tampoco seré abogado de unas mierdas como ustedes, haitanis.― quitó con enojo los pies del haitani menor de la mesa ignorando sus groserías al ser tratado de tal forma.― les pido que se retiren de esta firma inmediatamente. este lugar seguirá igual de limpio y no caerá en las provocaciones de ustedes y su mafias sucias.
― no creo que podrá cumplirse eso, mi lindo abogado.― suspiró ran acomodando sus violáceos cabellos que chocaban contra su frente y ojos.― usted y yo tenemos qué hablar sobre la fructífera y muy bendecida relación de nuestros hermanos menores y el cómo usted es el perfecto candidato para que sea el señor dueño de todo lo mío.
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