VIII.

463 62 6
                                    

Me mordí el labio, halagado por su invitación.

— Bueno, este es más tu tipo — me dijo Arm al oído.
— Es guapo, ¿verdad? — pregunté, incapaz de dejar de sonreír.
— Pues si, ¿tienes los apuntes?
— Si — dije, mientras los sacaba de mi mochila.

Se encendió un cigarrillo, lo sostuvo entre sus labios y hojeó los papeles.

— Increíblemente brillante — dijo el, mientras repasaba las paginas. Las doblo, se las guardo en el bolsillo y después dio otra calada a su cigarrillo — Te viene muy bien que las duchas del campus estén estropeadas. Necesitarás una ducha fría después de la mirada lujuriosa que te ha echado ese grandulón.
— ¿La residencia no tiene agua caliente? — pregunté.
— Exactamente — dijo Arm, poniendo su mochila en el hombro — Me largo a Álgebra. Dile a Porsche que no se olvide de mi este fin de semana.
— Se lo dire — dije.

Fui corriendo a mi habitación, empuje la puerta para entrar y dejé caer mi mochila en el suelo.

— No tenemos agua caliente — murmuro Tay desde su escritorio.
— Ya lo se.

Mi móvil vibro y lo desbloquee. Había recibido un mensaje de Porsche en el que maldecía a las duchas. Un momento después, oí una llamada en la puerta.
Porsche entró y se desplomó en mi cama, con los brazos cruzados.

— ¿Te puedes creer esta mierda? Con todo lo que estamos pagando y ni siquiera podemos darnos una ducha caliente.

Tay suspiró.

— Deja de lloriquear. ¿Por que no te quedas con tu novio y ya está? No has estado haciéndolo ya de todos modos?

Porsche le lanzó una mirada asesina a Tay.

— Buena idea, Tay. El hecho de que seas un sabelotodo total resulta útil a veces.

Tay no apartó la mirada de la pantalla de su computador, sin inmutarse por el insulto.

Porsche sacó su móvil y tecleó un mensaje con una precisión y una velocidad sorprendente. Su móvil sonó y el me sonrió.

— Nos quedaremos con Kinn y Vegas hasta que arreglen las duchas.
— ¿Que? ¡Claro que no! — grite.
— ¿Como? Por supuesto que si. No tiene sentido que te quedes tirado aquí, congelándote en la ducha cuando Vegas y Kinn tienen dos baños en su casa.
— A mi no me ha invitado nadie.
— Te he invitado yo. Kinn ya me dijo que le parecía bien. Puedes dormir en el sofá....si Vegas no lo usa.
— ¿Y si lo utiliza?

Porsche se encogió de hombros.

— Entonces puedes dormir en la cama de Vegas.
— ¡No!

El puso los ojos en blanco.

— No seas un niño, Pete. Son amigos ¿no? Si no ha intentado nada a estas alturas, no creo que lo haga ya.

Sus palabras me cerraron el pico. Vegas había estado rondándome de un modo o de otro todas las noches durante algunas semanas. Me había sentido tan ocupado asegurándome de que en todo el mundo supiera de que éramos amigos que no se me había ocurrido que realmente solo se mostraba interesado en mi amistad. No estaba seguro de por que, pero me sentí insultado.

Tay nos miró con incredulidad.

— ¿Vegas Theerapanyakul no ha intentado acostarse contigo?
— ¡Somos amigos! — dije a la defensiva.
— Ya, ya, pero ¿ni siquiera lo ha intentado? Se ha acostado con todo el mundo.
— Excepto con nosotros — dijo Porsche observándolo — y tampoco contigo.

VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora