XIV.

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   — ¿Estás listo, Pete?

   — Estoy en medio de una conversación, Vegas — dije apartándolo.

Tenía la camiseta empapada por el circo que había montado en la pista de baile, y me limpié la mano en el pantalón ostentosamente.

Vegas puso mala cara.

   — ¿Acaso conoces a este tipo?
   — Es Time — dije, dedicándole una sonrisa coqueta a mi nuevo amigo.

Me guiño el ojo, después miro a Vegas y le tendió la mano.

   — Me alegro de verte.

Vegas me observo expectante hasta que cedí y lo señalé con la mano.

   — Time, este es Vegas — murmure.
   — Vegas Theerapanyakul — dijo el, mirando la mano de Time como si quisiera arrancársela. Los ojos de Time se abrieron como platos y, con poca elegancia, apartó la mano.
   — ¿Vegas Theerapanyakul? — Apoye la mejilla en el puño, temiendo la inevitable escena que podría desarrollarse a continuación. Vegas alargó el brazo por detrás de mí para agarrarse de la barra.
   — ¿Si? ¿Qué pasa?
   — Te vi luchar con Shaw Smith el año pasado. ¡Pensaba que estaba a punto de presenciar la muerte de alguien! — Vegas lo fulminó con la mirada.
   — ¿Quieres verlo de nuevo?

Time soltó una carcajada, y nos miró por turnos. Cuando se dio cuenta de que Vegas iba enserio, me sonrió como señal de disculpa y finalmente se fue.

   — ¿Estás listo ahora? — espetó el.
   — Eres un auténtico imbecil, ¿lo sabias?
   — Me han dicho cosas peores — me dijo, ayudándome a levantarme del taburete. Seguimos a Porsche y a Kinn hasta el coche, y cuando Vegas intentó tomarme de la mano y llevarme hasta el aparcamiento , lo aparte. Se dio media vuelta y yo me detuve bruscamente, retrocediendo cuando él se quedó a tan solo centímetros de mi cara.

   — ¡Debería besarte ya y acabar con esto! — gritó el — ¡Esto es ridículo! Te bese en el cuello, ¿y que?

Su aliento olía a cervezas y cigarrillos, así que lo aparte.

   — No soy tu amigo con derecho, Vegas.

El sacudió la cabeza, sin poder creérselo.

   — ¡Nunca he dicho que lo fueras! ¡Estás conmigo las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, duermes en mi cama, pero la mitad del tiempo actúas como si no quisieras que te vieran conmigo!
   — ¡Pero si he venido aquí contigo!
   — Siempre te he tratado con respeto, Pete.
   — No, me tratas como si te perteneciera. ¡No tenías derecho a espantar a Time así!
   — ¿Sabes quien es Time? — me pregunto.

Cuando negué con la cabeza se acercó más.

   — Pues yo si. El año pasado lo arrestaron por agresión sexual pero retiraron los cargos.

Cruce los brazos.

   — Oh, ¿entonces tienen algo en común?

Vegas frunció el ceño, y los músculos de su mandíbula se movieron bajo su piel.

   — ¿Me estas llamando violador? — dijo en un tono frío y bajo.

Apreté los labios, todavía más enfadado por que tuviera razón. Lo había llevado demasiado lejos.

   — No, simplemente estoy enojado contigo.
   — Eh estado bebiendo, ¿está bien? Tu piel estaba a dos centímetros de la mía, eres guapo y hueles malditamente bien cuando sudas. ¡Te bese, lo siento! ¡Supéralo!

Su disculpa me hizo embozar una sonrisa.

   — ¿Crees que soy guapo?

Frunció el ceño con disgusto.

   — Eres precioso y lo sabes. ¿Por qué sonríes?

Intente reprimir mi regocijo para no darle ese placer.

   — Nada. Vámonos.

Vegas se rio y sacudió la cabeza.

   — ¿Que? ¿Como? ¡Eres un auténtico dolor de cabeza! — me grito, mirándome fijamente. No podía dejar de sonreír y, tras unos segundos, Vegas sonrió. Sacudió la cabeza de nuevo, y después me pasó el brazo por el cuello.
   — Me vuelves loco. Lo sabes ¿no?

En el apartamento, todos cruzamos torpemente la puerta. Fui directamente al baño, cuando salí de la ducha, vi que Vegas me había llevado una de sus camisetas y un par de sus  pantalones cortos para que me cambiara.

Me puse la camiseta y los pantalones desaparecieron bajo esta. Me derrumbé en la cama y suspiré, todavía sonriendo por lo que había dicho en el aparcamiento.

Vegas se quedó mirándome durante un momento, y sentí una punzada en el pecho. Tenía unas ansias casi voraces por tomarle la cara y plantar mis labios sobre los suyos, pero luché contra el alcohol y las hormonas que corrían por mis venas.

   — Buenas noches, Pete — susurró, mientras se daba la media vuelta.

Me moví nervioso, todavía no estaba preparado para dormirme.

   — ¿Vegas? — dije, acercándome para apoyar la barbilla en su hombro.
   — ¿Si?
   — Se que estoy borracho, y acabamos de tener una enorme pelea por esto, pero....











   — ¿Si?    — Se que estoy borracho, y acabamos de tener una enorme pelea por esto, pero

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