— No vas a dormir en el sofá ni en el sillón. Vas a dormir en mi cama. — Que sin duda será más insalubre que el sofá. Estoy seguro. — Nunca ha habido nadie en mi cama aparte de mi.
Puse los ojos en blanco.
—¡Por favor! — Lo digo absolutamente en serio. Me los cojo en el sofá. Nunca los dejo entrar en mi habitación. — ¿Y yo si puedo usar tu cama?
Levanto un lado de la boca con una sonrisa traviesa.
— ¿Planeas acostarte conmigo esta noche? — ¡No! — Ahí lo tienes, esa es la razón. Ahora cambia de humor, date una ducha caliente y después podremos estudiar algo de Biología.
Me quede mirándolo durante un momento y, a regañadientes, hice lo que me decía. Me quede bajo la ducha mucho tiempo, dejando que el agua se llevara con ella mi sentimiento de agravio. Mientras me masajeaba el pelo con el champú, suspire por lo genial que resultaba ducharse en un baño privado de nuevo, sin chanclas ni ropa interior, solo la relajante mezcla de agua y vapor.
La puerta se abrió y me sobresalte.
— ¿Porsche? — No, soy yo — dijo Vegas.
Automáticamente me tape con los brazos las partes que no quería que él viera.
— ¿Que haces aquí? ¡Lárgate! — Te has olvidado de tomar una toalla, y te traigo tu ropa, tu cepillo de dientes y algún tipo de extraña crema facial que eh encontrado en tu maleta. —¿Has estado rebuscando entre mis cosas? — chille.
No respondió. En lugar de eso, oí girar la llave del grifo y que empezaba a lavarse los dientes. Me asomé por la cortina de plástico, sin dejar de sujetarla contra mi pecho.
— Sal de aquí, Vegas — levantó la mirada hacia mi, con los labios cubiertos de espuma de la pasta de dientes. — No puedo irme a la cama sin lavarme los dientes. — Si te acercas a menos de medio metro de la cortina, te sacaré los ojos mientras duermes. — No voy a mirar, Pete — dijo el riéndose.
Espere bajo el agua con los brazos fuertemente apretados alrededor del pecho. El escupió, hizo gárgaras y volvió a escupir, después la puerta se cerró. Me aclaro el jabón de la piel, me seque tan rápido como pude y me vestí con una camiseta y unos pantalones cortos. Me fije en la crema facial que Vegas me había traído, y no pude evitar sonreír. Cuando quería, podía ser atento y casi simpático. Entonces, volvió a abrir la puerta.
— ¡Vamos Pete! ¡Me están saliendo canas aquí afuera!
Le lance el peine que traía conmigo y él se agachó para esquivarlo. Después cerró la puerta y se fue hasta su habitación. Me lave los dientes y después recorrí el pasillo, pasando por delante del dormitorio de Kinn.
— Buenas noches, Pete — gritó Porsche desde la oscuridad. — Buenas noches, Porsche.
Dude antes de llamar suavemente dos veces a la puerta de Vegas.
— Entra, Pete. No hace falta que toques.
Abrió la puerta, entre y vi su cama en paralelo a las ventanas que había en el lado más lejano de la habitación. Las paredes estaban vacías, en cierto modo, esperaba que su habitación estuviera cubierta de pósteres de mujeres y hombres medio desnudos, pero ni siquiera vi un anuncio de marca de cerveza. Su cama era negra, la alfombra gris y todo lo demás blanco. Parecía que acabara de mudarse.
— Bonito pijama — dijo Vegas, observando mis pantalones cortos y mi camiseta gris. Se sentó en la cama y dio unas palmaditas sobre la almohada que estaba a su lado. — Vamos, ven. No voy a morderte. — No me das miedo — dije antes de acercarme a la cama y dejar caer mi libro de Biología a su lado — ¿tienes un lápiz?
El señaló con la cabeza la mesita de noche.
— En el cajón de arriba.
Alargue el brazo sobre la cama y abrí el cajón, donde encontré tres lápices, un bolígrafo, un tubo de lubricante y un tarro transparente de cristal rebosante de cajas de diferentes marcas de condones. Con asco, tome un lápiz y un bolígrafo y cerré el cajón.
— ¿Que? — preguntó el, mientras pasaba una página de mi libro . — ¿Has asaltado una farmacia? — No.¿Por que?
Le quite la tapa al bolígrafo, incapaz de ocultar la expresión de asco de mi cara.
— Por tu provisión de condones de por vida. — Mejor prevenir que lamentar ¿no?
Puse los ojos en blanco. Vegas pasaba las paginas con una ligera sonrisa en sus labios. Me leyó los apuntes, recalcando los puntos principales mientras me hacía preguntas y me explicaba pacientemente lo que no entendía. Después de una hora me froté los ojos.
— Estoy cansado. No puedo memorizar ni una sola macromolécula mas.
Vegas sonrió y cerró mi libro.
— De acuerdo.
Me quede quieto, sin saber cómo íbamos a arreglárnoslas para dormir. Vegas salió de la habitación al pasillo y murmuró algo al pasar por delante de la habitación de Kinn, antes de abrir el agua de la ducha. Aparte las sábanas y, después me cubrí con ellas hasta el cuello, mientras oía el agudo silbido del agua que corría por las tuberías.
Diez minutos después, el agua dejó de caer y el suelo crujió bajo los pasos de Vegas. Cruzo la habitación con una toalla alrededor de su cintura, tenía tatuajes en los brazos y muslos. Con toda la intención, me mantuve de espaldas cuando se colocó de pie delante de la cómoda, dejó caer la toalla y se puso unos bóxers.
Tras apagar la luz, se metió en la cama junto a mi.
— ¿Vas a dormir aquí? — le pregunté, dándome la vuelta para mirarlo.
La luna llena que entraba por las ventanas arrojaba sombras sobre su cara.
— Pues claro. Esta es mi cama. — Lo se, pero... — hice una pausa, las únicas opciones que me quedaban eran el sofá y el sillón.
Vegas sonrió y meneó la cabeza.
— ¿A estas alturas todavía no confías en mi? Me portaré bien, lo prometo — dijo, levantando las manos.
No discutí, simplemente me di la vuelta y apoyé la cabeza en la almohada, después de amontonar las sábanas detrás de mí para crear una clara barrera entre su cuerpo y el mío.
— Buenas noches, Pete — me susurró al oído.
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Disculpen la demora, eh estado con mil cosas en la U, gracias por seguir la historia a pesar de los retrasos <3
