XVII.

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   — Puedo soportar tus rabietas.

Observó mi cara durante unos momentos, antes de que una ligera sonrisa se extendiera en sus labios.

   — No se por que me aguantas, y no se que haría yo si no lo hicieras.

Podía oler la mezcla de cigarrillos y menta de su aliento y le mire los labios, mi cuerpo reaccionó ante lo cerca que estábamos. La expresión de Vegas cambio y su respiración se entrecortó, el también lo había notado.

Se inclinó hacia delante a una distancia demasiado corta, pero ambos dimos un respingo cuando su teléfono sonó. Soltó un suspiro y lo sacó de su bolsillo.

   — Si, ¿Jom? OMG... está bien. Serán mil dólares fáciles. ¿Arte? — me miro y pestañeo — Allí estaré — colgó y me tomo de la mano — Ven conmigo — me llevo de vuelta al pasillo
   — ¿Era Chan? — pregunto Kinn.Vegas asintió.
   — Jom estará estará en el edificio de Artes  en 90 minutos.

Kinn asintió, se levantó y sacó el móvil de su bolsillo. Rápidamente tecleó la información y envío invitaciones mediante SMS exclusivos a quienes conocían el círculo. Esos miembros, que rondaban los diez, escribirían a los diez nombres de su lista, y así seguiría la cadena hasta que todos los miembros supieran donde iba a celebrarse la pelea.

   — Muy bien — dijo Porsche, sonriendo — ¡Será mejor que nos preparemos!

El ambiente del apartamento era tenso y optimista al mismo tiempo. Vegas parecía el menos afectado, mientras se vestía con una camiseta blanca sin mangas, como si fuera a dar solo un paseo.

Porsche me guió por el pasillo hasta el dormitorio de Vegas y frunció el ceño.

   — Tienes que cambiarte, Pete. No puedes ir vestido así a la pelea.
   — Lleve una suéter la última vez y no dijiste nada — proteste.
   — La ultima vez no pensaba enserio que fueras a ir. Toma — dijo mientras me lanzaba unas cuantas prendas de ropa — Ponte esto.
   — ¡No pienso ponerme eso!
   — ¡Vamos! — gritó Kinn desde la sala.
   — ¡Date prisa! — me apresuro Porsche, corriendo hacia la habitación de Kinn. Me puse el top azul junto a unos pantalones ajustados de color negro que Porsche me había lanzado, me pase un cepillo por el cabello  mientras caminaba por el pasillo. Porsche salió de su habitación con un conjunto de camiseta y pantalones negros que le moldeaban muy bien la figura , y cuando dóblanos la esquina, Vegas y Kinn estaban de pie junto a la puerta.

Vegas se quedó boquiabierto.

   — ¡Oh, mierda no!¿Intentas que me maten? Tienes que cambiarte, Pete.
   —¿Como? — pregunté bajando la mirada.

Porsche se puso las manos en las caderas.

   — Está guapo, Vegas, ¡déjalo en paz!

Vegas me tomo de la mano y me condujo por el pasillo.

   — Ponte un camiseta y unos tenis. Algo cómodo.
   — ¿Como?¿Porque?
   — Por que si llevas ese Top estaré más preocupado de quien te está viendo el abdomen que de Jom — dijo el, deteniéndose en su puerta.
   — Creía que habías dicho que no te importaba ni un comino lo que pensaran los demás.
   — Esto es diferente, Pete — Vegas bajo la mirada a mi abdomen y después volvió a levantarla — No puedes ir a si a la pelea, así que, por favor...., simplemente...., por favor, simplemente cámbiate — balbuceo, mientras me empujaba dentro de la habitación y cerraba la puerta.
   — ¡Vegas! — grite.

Me quite los zapatos y me puse unos tenis. Después me quite el Top y lo lance al otro lado de la habitación. Me puse la primera camiseta de algodón que encontré y corrí por el pasillo para detenerme en el umbral de la puerta.

   — ¿Mejor? — dije resoplando.
   — ¡Si! — dijo Vegas, aliviado — ¡Vámonos!

Corrimos hasta el estacionamiento y me acomodé en el asiento trasero de la moto de Vegas, mientras él encendía el motor y salió a toda velocidad, recorriendo la calle que me llevaba a la universidad. Me aferré a su cintura por la expectación, la prisa por salir me habían llenado las venas de adrenalina.

Vegas aparcó su moto detrás del edificio de Artes liberales. Se puso las gafas de sol sobre la cabeza y me tomo de la mano, sonriendo mientras nos dirigíamos a la parte trasera del edificio. Se detuvo junto a la ventana abierta cerca del suelo.

Fruncí el ceño al darme cuenta de lo que se disponía a hacer.

   — ¿Es una broma?

Vegas sonrió.

   — Está es la entrada VIP. Deberías ver cómo entran los demás.

Sacudí la cabeza mientras él se esforzaba por meter las piernas y después desapareció. Me agache y después grite a la oscuridad

   — ¿Vegas?
   — Aquí abajo, Pete. Mete primeros los pies y yo te sostengo.
   — ¡Estás completamente loco si crees que voy a saltar a la oscuridad.
   — ¡Yo te sostengo!¡Te lo prometo!

Suspire, mientras me tocaba la frente con la mano.

   — ¡Esto es una locura!

Me senté y después me lancé hacia delante hasta que la mitad de mi cuerpo colgaba en la oscuridad. Me puse boca abajo y estiré los pies en busca del suelo. Intente tocar con los pies la mano de Vegas, pero me resbalé y grité cuando caí hacia atrás. Un par de manos se agacharon y oí la voz de Vegas en la oscuridad.

   — Gritas como una chica — dijo riéndose entre dientes.

Me bajo al suelo y, entonces me adentro más a la oscuridad. Después de una docena de pasos, pude oír el familiar griterío de números y nombres, y entonces la habitación se iluminó. Había un farol en la esquina, que arrojaba la luz suficiente para poder ver la cara de Vegas.

   — ¿Que hacemos?
   — Esperar. Chan tiene que acabar de soltar su rollo antes de que yo entre.

Estaba inquieto.

   — ¿Debería esperar aquí? ¿O mejor entro?¿A donde voy cuando empiece la pelea? ¿Donde están Kinn y Porsche?
   — Se fueron por el otro camino. Simplemente sígueme. No voy a mandarte a ese foso de tiburones sin mi. Quédate junto a Chan, el evitará que te aplasten. Yo no puedo cuidar de ti y lanzar puñetazos a la vez.
   — ¿Que me aplasten?
   — Está noche habrá más gente. Jom es de Chiang Mai. Allí tienen su propio círculo. Así que nuestra gente se juntará con la suya. Va a ser una locura.
   — ¿Estás nervioso? — pregunté

El sonrió, bajando la mirada hacia mi.

   — No, pero tú sí que pareces algo nervioso.
   — Tal vez — admití.
   — Si te hace sentir mejor, no dejare que me toque. Ni siquiera dejare que me golpee por sus fans.
   — ¿Y como vas a arreglártelas?

Él se encogió de hombros.

   — Normalmente dejó que me toquen una vez, solo para que parezca justo.
   — ¿Dejas....? ¿Dejas que tu rival te alcance?
   — ¿Donde estaría la diversión si me limitara a destrozar a alguien y no dejara que me dieran nunca? No sería bueno para el negocio, nadie apostaría en mi contra.
   — Que montón de estupidez — dije, cruzándome los brazos.
   — ¿Crees que te estoy engañando?
   — Me resulta difícil creer que solo te peguen cuando tú les dejas.
  
— ¿Te gustaría hacer una apuesta sobre este asunto, Pete Pongsakorn? — sonrió el, con una mirada de emoción.
 







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⏰ Última actualización: Mar 20, 2023 ⏰

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