CALLE
—Gracias por recibirme tan pronto, señorita Daniela. —La editora de la revista Forbes se levantó para estrecharme la mano.
—Un placer, señorita Evans.
—Es un honor para mí conocerla por fin en persona. —Se mordió el labio mientras yo trataba de no poner los ojos en blanco ante aquella atención no buscada.
Ella había estado coqueteando conmigo durante toda la entrevista, aleteando la pestañas, cruzando y descruzando las piernas. Incluso había dejado caer de forma «accidental» un caramelo de menta en el interior de su reveladora blusa de seda, que había recuperando fingiendo estar pasando «mucha vergüenza» porque nunca «había sido tan torpe».
Le calculé más o menos mi edad, y lucía un radiante pelo rubio con reflejos rojizos. Sus ojos eran azules y espectaculares, por lo que, en honor a la verdad, debía admitir que era muy guapa. Pero no me hacía vibrar como María José. Ni de lejos.
—Ha sido un placer, señorita Evans. Si puedo hacer algo más por usted, no tiene más que decírmelo.
Se le iluminaron los ojos mientras se volvía a morder el labio.
—¿Sería mucho pedir que me muestre la empresa?—No, en absoluto. —Cogí el teléfono y llamé a Juli—. ¿Juli? ¿Te importaría hacer un recorrido por la empresa esta tarde? Vale, excelente. Gracias. —Colgué y la acompañé hasta la puerta—. Juli la espera delante de los ascensores. Que pase un buen rato, señorita Evans.
—Gracias —dijo en tono burlón mientras se alejaba.
Me hundí en la silla, feliz de que aquella innecesaria entrevista hubiera finalizado ya.
Abrí un cajón para apagar la grabadora y vi un álbum digital de fotos. Me desplacé por la pantalla y sonreí al ver algunas imágenes que María José y yo habíamos hecho a Lucia y a Andrea el mes pasado.A lo largo de los ocho últimos meses, me había dado cuenta de que por fin tenía todo lo que podía pedirle a la vida.
María José y yo estábamos más unidas que nunca, y ella había aprendido finalmente a aceptar nuestra relación, y se sentía más cómoda. Por supuesto, seguía haciéndome sentir muy frustrada de vez en cuando, pero no por sus inseguridades ni por el miedo a ser vistas en público juntas: era sobre todo porque había accedido a vivir en mi casa, pero antes se había dedicado a centrarse en someterla a un proceso de renovación que no parecía terminar nunca. Siempre encontraba algo nuevo que modificar, alguna parte que podía «mejorar». Si no la amara tanto, habría puesto fin al proceso hacía mucho tiempo, cuando me destrozó el parabrisas del Bugatti al instalar unas nuevas luces en el garaje.—¿Señorita Daniela? —La voz de Angela resonó en las paredes.
—¿Sí?
—Soy Andrew. La señorita Garzón ha venido aquí para verte.
Miré el reloj. Era imposible que Poché hubiera salido ya para iniciar el fin de semana sorpresa. Siempre tenía que sacarla a rastras del local al final del día.
—Dile que pase, por favor. —Miré hacia la puerta y vi que Andrew invitaba a pasar a... Andrea. Sonreí—. ¿Sí, Andrea?
—¿Puedes darme cincuenta dólares más? Se me han olvidado algunas cosillas...
—¿Un par de cosillas? ¿Es la única razón por la que has venido?
—No, en realidad no. Me preguntaba cuánto tiempo van a estar fuera este fin de semana.
—¿Por qué?
—Por nada. —Puso cara de póquer, algo que, sin duda, había heredado de María José—. Solo se me ocurrió preguntártelo. Eso es todo.
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MI JEFA OTRA VEZ | PT2
FanfictionMaría José Garzón y Daniela Calle, después de pasar por todo lo que tuvieron que pasar, empiezan a preparar la boda de sus sueños. Pero es ahí donde Daniela tendrá que luchar con sus frustraciones cuando María José no hace lo que ha quedado que iba...