Capítulo 38.

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CALLE

—¿Existe alguna razón por la que acabo de recibir una llamada de un hombre que dice que le has roto la nariz en el cuarto de baño del hospital? —Milton entró en mi despacho—. Por favor, dime que es una broma.

—Bueno, no le he roto la nariz, solo la mandíbula.

—Vale, y también le has roto las costillas y la clavícula. Estoy seguro de que se alegra de que abandonaras la pelea.

—Ya he pagado la factura del hospital, e incluso la terapia posterior. Ha pasado más de una semana, ¿acaso quiere demandarme?

—Claro que quiere demandarte, Daniela. ¡Es abogado! ¿Qué cojones pensabas que iba a hacer?

Me encogí de hombros.
—Me haré cargo de todo. ¿Deseas hablar hoy de algo interesante?

Miró al techo y me entregó una carpeta.
—Estas opciones de acciones serán puestas hoy a nombre de tu esposa. Ya he añadido un acceso a todas tus cuentas personales y tendrá acceso libre el día que firméis la licencia de matrimonio... Pleno acceso a todo tu dinero... A todo tu...

—¿Algo más?

—Sí. —Sacó una cajita del bolsillo y me la entregó—. Felicidades. Es una pluma, por si se te ocurre la improbable idea de cambiar de opinión en los próximos días. También hay un regalo para María José. Me gusta más de lo que supones.

—Muchas gracias. Nos veremos en la boda. —Me reí cuando salió de mi despacho.

Justo cuando estaba a punto de seguir su ejemplo, Andrew entró y cerró la puerta, mirándome con los ojos entrecerrados.

—¿Sí? —pregunté, observándolo de la misma forma—. ¿Algún problema, señor Walters?

—Sí. Hay un puto problema.

—Me parece una frase muy recargada, ¿no crees?

—Greg no va a ser tu padrino en la boda, Daniela. Lo seré yo, y si tienes un problema con que...

—Tengo un problema con eso.

—Greg no es tu mejor amigo.

—Greg no está tirándose a mi hermana.

—Ni yo. —Sus ojos se convirtieron en rendijas—. Me gusta mucho Juli. Muchísimo. Joder, incluso es posible que la ame. Y mira que yo no tengo demasiado claro lo que significa esa puta palabra, pero con ella todo es diferente. No es como las demás mujeres con las que he estado.

—¿No es como las demás mujeres con las que has estado en tu vida, o solo con las que has estado este año? Te has tirado a más de cincuenta mujeres en los nueve últimos meses.

—Ya lo sé.

—¿Lo sabe ella?

No me respondió, pero su expresión lo decía todo.
—No soy la protectora de Juli —le dije, negando con la cabeza—. No puedo decirle qué debe hacer o con quién no debe salir, pero la conozco bien. La has protegido durante algunos de esos años, y ahora... Sin duda puedes darte cuenta de por qué no me parece bien que se comprometa con un hombre que: a) no es capaz de comprometerse con una mujer, b) se tira a todas las que puede y c) no quiere ataduras. Nunca. ¿Quieres que crea que has cambiado de repente porque has tenido algunas conversaciones con el corazón en la mano con mi hermana? ¿Y todo porque ella no se ha metido en tu cama como todas las demás mujeres del mundo?

—Daniela... —Parecía sincero—. Nunca te he hablado de las mujeres con las que estaba porque no me importaban. Nunca me he preocupado por ninguna de ellas ni por sus sentimientos. Pero Juli me importa. Siempre he...

MI JEFA OTRA VEZ | PT2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora