Capítulo 30.

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CALLE

Miré por la ventana de mi despacho, observando la espesa lluvia que caía sobre la ciudad. Por más que intentaba racionalizar lo que había visto en el aparcamiento, no podía evitar mi dolor.

Mi corazón se había roto al encontrarla con otro hombre, pero cuando me di cuenta de que se trataba de él, de su exmarido, prácticamente me quedé destrozada.

«¿Por qué no me ha llamado?».

Sabía que debía haber alguna explicación lógica, algún tipo de razón, así que descolgué el teléfono para llamarla, pero tenía ya una llamada en espera.
—¿Sí?

—¿Señorita Daniela? —Era la aguda voz de la señorita Corwin.

—Buenas tardes, señorita Corwin. ¿Puedo ayudarla en algo?

—Sí.... Mmm... Le he dejado varios mensajes a su prometida, pero no me ha devuelto las llamadas. Estaré en San Francisco durante las próximas semanas, así que ¿podría enviarme su secretaria una invitación? Le di mi correo electrónico a la señorita Garzón, pero seguramente se ha olvidado de mandármela.

—¿Cuándo?

—¿Cuándo qué?

—¿Cuándo le pidió que le enviara la invitación? —Sabía muy bien que
habíamos elegido una. De hecho, habíamos hecho diez, por si acaso quería añadir el lugar de la recepción.

—Mmm... Bueno, se lo pedí la noche que vino a Los Ángeles, ¿recuerda? Y la llamé hace dos semanas.

—¿Y no la ha recibido?

—No... —Su voz era comedida—. Lamento estar causándoles problemas...

—No hay ningún problema. Se la enviaré yo personalmente.

—Gracias.

Colgué y llamé a Milton. Me lo cogió al primer timbrazo.
—Voy camino de tu despacho, Daniela. No hay necesidad de que actúes como si realmente te importaran mis informes financieros en este momento.

—No te llamo por eso.

—Claro que no. ¿Qué deseas?

—¿Has recibido por correo la invitación de la boda?

Hubo un repentino golpe en la puerta y me acerqué a abrir.
—¿Prefieres seguir hablando por teléfono? —Milton entró bruscamente en mi despacho—. No me sorprendería nada que fuera así.

—¿Has recibido la invitación de la boda?

Se encogió de hombros.
—No.

—¿Seguro?

—Sí, pero no es necesario que tenga una para estar presente, ¿sabes?

Negué con la cabeza.
—No... Solo me preguntaba si...

Me pidió que le dejara unos minutos para organizar los archivos y se sentó ante
la mesa. Mientras tanto, envié el mismo mensaje de texto a cinco personas de quienes le había dicho personalmente a María José que les enviara la invitación, pues le había dado la dirección y todo, y esperé a que me confirmaran si la habían recibido o no.
Sus respuestas llegaron al instante. «No». «No». «No». «¿Necesito una invitación? ¿En serio?». Y «No».

¡Qué coño...!

Preparé un correo para que Angela llegara al fondo del asunto, pero mientras estaba en ello, me entró un email con la etiqueta «Urgente» de la diseñadora de la tarta.

Para: Daniela Calle.
De: Tartas elegantes

Señorita Daniela:

MI JEFA OTRA VEZ | PT2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora