Unos días después, fui al despacho y me quedé mirando las nuevas fotos familiares que había colgado en la pared; eran imágenes en las que aparecíamos mis hijas y yo con Daniela, pasando el rato en un lago privado. En una de ellas, las cuatro construíamos un castillo de arena y nos reíamos de lo que nos había llevado levantarlo. En otra, remábamos en unos pequeños kayaks por el agua.
Desde que Andrea y Lucia se habían ido a la universidad, los días en casa eran mucho más tranquilos; en realidad, resultaban aburridos. Echaba de menos verlas en el sofá, hablando de cosas sin importancia, riéndose de mis chistes malos y, también, poniéndome de los nervios de vez en cuando. Las añoraba.
Ahora, en lugar de las cenas familiares de los domingos y los jueves por la noche, Daniela y yo íbamos al apartamento de su hermana Juli, y cenábamos con ella. Aunque nunca lo había mencionado, Daniela también echaba de menos todo eso; y estaba segura de ello porque ya se había puesto a planear las comidas para las vacaciones de Acción de Gracias y Navidad.
—¿Señorita Garzón? —Mi ayudante interrumpió mis pensamientos.
—¿Sí, Rita?
—Acaban de llegar las flores que le envía la señorita Daniela todos los días. ¿Le
gustaría que se las trajera?—Sí, por favor. —Me recliné y vi que llevaba un pequeño centro con orquídeas, gisófilas y claveles blancos a mi despacho.
Como de costumbre, había una tarjeta plateada en la parte superior.
«Estimada futura esposa:
¿Es necesario que empiece a recogerte en el trabajo para que llegues a casa a tiempo de cenar conmigo? Llevas llegando tarde toda la semana.
Deja de ponerme a prueba.Con amor.
Tu futuro esposa, Daniela».Me reí. estaba a punto de llamarla por teléfono cuando Rita entró en mi despacho otra vez.
—La cita de las tres ya está aquí —dijo—. Si quiere, la hago pasar antes de irme a almorzar.—Gracias, Rita. —Me levanté y me alisé el vestido, dispuesta a sellar otro acuerdo, y me olvidé de todo lo demás.
En cuanto mi clienta entró en mi despacho, mi mente se concentró en columnas blancas, armarios empotrados y paneles de madera necesarios para crear un nuevo espacio. Las dos hablamos durante horas, negociando los tiempos previstos, los materiales y, por supuesto, el presupuesto.
Cuando le entregué el contrato final, asintió con la cabeza y cogió una pluma para firmar el documento.
—Todo me parece correcto, señorita Garzón. Las fechas me van bien.—Genial. Estoy deseando que llegue el momento de que pueda disfrutar de su nuevo salón, señora Klein. —Le estreché la mano y se puso en pie.
—Gracias. —Sonrió—. Estoy segura de que será tan magnífico como todos sus demás trabajos.
—Se lo garantizo. —La acompañé fuera de mi despacho, hasta la tienda, donde corrí todas las cortinas cuando ella salió.
«Por fin voy a llegar a tiempo a casa...».
Me puse a enderezar la pantalla de una lámpara junto al escaparate, asegurándome de que no se veía la etiqueta del precio. Tuve la tentación de ponerme a limpiar el polvo, algo que me relajaba, pero comenzó a sonarme el móvil. Daniela.
—¿Hola?
—Hola, María José. —Su profunda voz seguía teniendo el poder de derretirme—. ¿Qué estás haciendo?
—Estoy... cerrando la tienda. ¿Y tú?
—En el coche. ¿Estás cansada?
—¿Por qué?
—Responde a la pregunta.
—Sí. —Cerré los ojos—. Estoy demasiado cansada para follar contigo en este momento.
Se rio.
—Entonces, ¿te parece bien si programo la siguiente entrevista para planificar la boda?—No. —Llevaba semanas esperando la reunión—. En absoluto.
—Bien. Ya que estoy de camino, te recojo en la puerta dentro de cinco minutos.
—Hasta ahora. —Colgué y me puse a limpiar el polvo de los estantes con un pequeño plumero.
Ya llevaba la mitad cuando oí la campanilla de la puerta.
—Ya voy. —Suspiré sin molestarme en darme la vuelta—. Espera a que pase el plumero por el último estante y...—¿María José?
La sangre me hirvió en las venas al oír esa voz.
Negué con la cabeza, consciente de que él no podía estar en la tienda. Estaba segura de que todo era un sueño y pronto me despertaría. O más bien una pesadilla.—¿María José? —preguntó de nuevo, y me pellizqué el brazo antes de girarme lentamente.
No estaba soñando. No era una pesadilla.
Era Richard.
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Que comience el drama.
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MI JEFA OTRA VEZ | PT2
FanficMaría José Garzón y Daniela Calle, después de pasar por todo lo que tuvieron que pasar, empiezan a preparar la boda de sus sueños. Pero es ahí donde Daniela tendrá que luchar con sus frustraciones cuando María José no hace lo que ha quedado que iba...