Capítulo 25.

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—¿Cómo se pronuncia el nombre de este lugar? —suspiró Kim.

—Península Pa-pa-ga-yo —silabeó Bianca.

—Yo seguiré diciendo «Costa Rica».

Me di la vuelta en la toalla y miré a lo lejos. La península Papagayo era uno de los lugares más hermosos que hubiera visto. Las aguas que rodeaban la costa eran azules como el cielo, la vegetación que se veía detrás del complejo se extendía a lo largo de kilómetros y las playas eran de fina arena blanca.
Llevábamos allí tres días, pero habían resultado más relajados de lo que pensaba.
Cuando llegamos, fuimos a una opulenta cabaña privada de seis dormitorios y cuatro cuartos de baño situada casi sobre el mar.

Mari me había dado un folleto y me había dicho que eligiera lo que quería hacer.
Me sorprendió incluso que me hubiera pedido opinión, pero yo había optado por hacer vela, puenting y una caminata de siete kilómetros por un sendero de la selva. Además de relajarnos en la playa y de beber innumerables chupitos para pasar el tiempo, también habíamos hecho snorkel, habíamos montado en kayak y habíamos estado de turismo. Sinceramente, esperaba que el resto de la semana fuera igual.

Bianca me dio un golpe en el hombro.
—¿Estás ya lo suficientemente relajada para tener un poco de diversión o tenemos que hacer otra actividad recreativa? ¿Quizá ver más pájaros tropicales?

—Era una caminata por la selva. Y los pájaros eran preciosos.

—Y aburridos. —Miró al techo—. Durante el resto de la semana vamos a salir todas las noches, porque me niego a hacer más recorridos turísticos. A partir de mañana, te vas a arreglar como si no tuvieras pareja, a bailar como si estuvieras soltera y sin compromiso, porque todavía no estás casada. Así que vas a actuar como si estuvieras sola.

—Estoy de acuerdo. —Kim se levantó y me cubrió con su sombra—. No pienso tener más mierdas al aire libre, estoy harta de playa y siestas... Y no quiero que te pases la noche hablando con Daniela.

—No me he pasado las noches hablando con ella...

Las dos se cruzaron de brazos y me miraron con intensidad.

—Solo lo llamo una vez al día —dije a la defensiva.

—¡En estos momentos está en Las Vegas! —gritó Kim—. ¡En Las Vegas! Está
disfrutando a tope.

—Yo también me estoy divirtiendo.

Entre las dos me obligaron a levantarme y me llevaron a la orilla, rodeándome con sus brazos como si estuvieran sosteniéndome. Luego me empujaron hacia una ola que se acercaba.

—Vamos a seguir haciendo esto hasta que te despiertes y te des cuenta de dónde coño estás. —Kim se rio—. No vuelvas a llamar a Daniela, ¿vale? Mari lleva semanas planeando este viaje y quiere que aproveches el tiempo. Por eso se ha ido a la habitación; está planeando lo que haremos esta noche.

—Se ha ido a la habitación con un camarero medio desnudo...

Las dos se echaron a reír y se unieron conmigo en el agua.
—Es posible que ella sí se aburra de llevar tres días haciendo actividades al aire libre. —Bianca se encogió de hombros—. Pero esta noche todo eso cambiará, ¿de acuerdo?

-

Más tarde, esa misma noche, Mari se puso el vestido, sonriente.
—Ahora soy miembro oficial del club de las bien folladas. El polvo de hoy entra en mi lista de los diez mejores.

—Pensaba que no llevabas la cuenta.

—Y no lo hago, pero, sin embargo, valoro lo que tengo. —Se rio y me entregó un enorme margarita de fresa—. ¿Preparada para iniciar oficialmente la despedida de soltera?

MI JEFA OTRA VEZ | PT2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora