Cap 28

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Metemos a Enriko dentro del carro, Guido, Flavio y yo nos subimos al carro junto con Stella y en el otro carro vienen los demás mientras que los hombres de Stella se fueron a deshacer de la pistola y de la daga.
Stella viene conduciendo, tiene la cara sería, todo es tan silencioso e incómodo.

—¿Estás bien Stella? —le preguntó.

—Si, esos malditos torturaron, le cortaron los dedos y violaron a mi niña —dice con la voz quebrada— hicieron trizas a mi niña, merecían morir. No siento ningún remordimiento.

—Esta bien... —digo en un susurro.

Llegamos a la academia, los chicos me ayudan a baja a Enriko y lo llevan adentro mientras yo me quedo con Stella.

—Stella, sería bueno que te tomarás un té para calmarte y si es necesario llora, llorar libera al alma y al corazón, llevas tanto tiempo con este dolor —le digo dandole un leve abrazó— y recuerda, se hará justicia, yo te ayudaré a qué hagas justicia por tu hija. No estás sola, lleva tu duelo pero recuerda que en estos momentos de tanto dolor a veces es bueno tener a alguien en quien apoyarte, alguien que te acompañe y el coronel también está sufriendo, ambos pueden ayudarse mutuamente.

Me despido de ella y después de ver que se fuera entro a la academia, me voy a la enfermería y veo a los chicos esperando a que el doctor termine de curar a Enriko. Después de algunos minutos sale el doctor avisándonos que podemos pasar a verlo.
Cuando entramos vemos a Enriko despierto y acostado en una camilla con la cabeza vendada, moretones en toda la cara y brazos y supongo también en el abdomen.

—¿Cómo te sientes? —le pregúntanos.

—Bien, creo que podría irme de fiesta ahora mismo —bromea.

—Que gracioso —digo fingiendo reír— ¿Qué pasó? ¿Cómo terminaste ahí?

—Quise ir a ver a Gianna, preguntarle si realmente era ella quien estaba detrás de todo esto, me negaba a aceptarlo pero ella lo admitió y les dijo a sus hombres que se deshicieran de mi —dice.

—Eres tan idiota —le dice Marukh.

—¿Cómo se te ocurre ir a verla y solo? ¿Acaso no piensas? —pregunta Guido claramente molesto.

—Lo siento, aunque sabía que era verdad todo lo que me habían contado de Gianna, a pesar de que yo mismo lo ví y la escuché me negaba a aceptarlo —dice avergonzado.

—Al menos ya te diste cuenta —digo— aunque si fuiste un idiota.

—Lo siento y más por lo que te hice, ya sabes, lo del coronel y eso —me dice— de hecho...hay algo que hice y ahora mismo me estoy arrepintiendo y mucho.

—¿Que hiciste? —le preguntó.

—¿Podemos hablar a solas? —me pregunta.

Miró a los chicos, ellos se apuntan a si mismos sorprendidos, les hago una seña con la cabeza y ellos salen a regañadientes.

—¿Qué pasá? —preguntó preocupada.

—Le conté a Gianna que eres mujer —susurra ya que ambos sabemos que los chicos deben estar pegados en la puerta escuchando.

—¿¡Qué hiciste qué!? —grito sorprendida.

—Lo siento, no lo pensé en su momento —dice alzando la voz.

—Ay no Enriko, que has hecho —digo desesperada— ahora sí estoy en problemas.

—Lo sé, sé que no debí decirlo y mucho menos a ella, fui un completo idiota, me deje llevar por el enojo y ahora me preocupa que lo vaya a utilizar para deshacerse de ti —dice.

Sangre De GuerreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora