31. Incidente en la plaza

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En otro lugar, cerca de la plaza.

Lucía, Beacrox y Ron se encontraban organizando las últimas pertenencias que Cale había traído para su acto. Se estaban preparando para regresar a la mansión.

Fue justo cuando Beacrox subía al carruaje la última maleta, Lucía revisaba de que no se olvidaban nada y Ron hablando con el conductor que se empezó a escuchar el disturbio en toda la plaza.

Ellos escucharon las alarmas y los distintos gritos de preocupación que se fusionaron hasta crear un alboroto, ruido.

En un descuido, el conductor asustado por el escándalo huyo.

— La- la joven señorita... — dijo Lucía mientras se acercaba al carruaje. — ¡La joven señorita esta ahí!

Lucía se veía preocupada, tanto así que inconscientemente comenzó a moverse en dirección a los gritos. Pero antes de poder seguir avanzando unos fuertes brazos la detuvieron.

— Espera... —Beacrox tenia una mirada seria. — Padre.

— Si... ese olor. — Ron frunció el ceño.

Ron y Beacrox tenían una conversación silenciosa en ese momento y Lucía se sentía frustrada, por lo que se escapó de Beacrox y comenzó a correr hacia la plaza, ella no podía quedarse sin hacer nada. No cuando la joven señorita Cale, quien la había tratado como a una amiga todo este tiempo, estaba en peligro.

— Beacrox... alcanzala y llévala a la mansión en el carruaje. — él comenzó a sacar sus dagas. — Yo iré a ver a tu hermana cachorra.

Beacrox fruncio los labios inconforme, pero igualmente asintió con la cabeza y comenzó a correr hacia Lucía. Ron miró hacia atrás e hizo lo mismo que su hijo.

Lucía que de a poco se estaba acercado a toda velocidad a la fuente de los gritos, sintió como una fuerte ráfaga de viento pasaba sobre ella. Al intentar ver que era, para su sorpresa, solo distinguió la figura de un hombre de traje de mayordomo.

— Señor Ron...

Fue lo que alcanzo a decir cuando repentinamente sintió como era agarrada de la cintura y piernas para ser cargada sobre una fuerte pecho y espalda.

— Aaaaa... ¿¡que demonios!? — ella miró a quien la cargaba. — Beacrox-nim... ¿que esta haciendo?

Él permaneció callado y comenzó a correr en la dirección contraria a él alboroto.

— ¡Bájeme!... ¡la joven señorita esta en peligro! ¡Debemos ayudar-

— Lo se... — la interrumpió mientras se acercaba al carruaje. — Pero mi padre se encargara de ello.

Bajo a Lucía cuando estuvo al lado de la puerta del carruaje. Lucía quiso escapar pero él la agarro de las manos y la detuvo.

—Necesito- necesitamos ir y ayudar... por favor...

— Ella va a estar bien. —le dijo mirándola a los ojos. — Mi padre no permitirá que nada le pase... Además la joven señorita no quería que algo le pasara a usted solo por querer ayudarle.

—pero...

Lucía quería protestar, pero Beacrox no se iba a mover ni dejar que ella hiciera algo, así que resignada bajo la cabeza y asintió. Luego obedientemente subió al carruaje.

Beacrox suspiro aliviado al verla dentro, luego miró hacia la plaza antes de subir en el lado del conductor y salir a toda velocidad de allí.

Lucía miró una vez más hacia el lugar del alboroto, asomándose por la ventana y apretando la misma con sus manos. En ese momento se encontraba rezando a cualquier Dios que la quisiera escuchar para mantener a Cale a salvo...

La heroína rubíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora