33. La paciente

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Cale que vio la llegada del príncipe heredero junto con un sacerdote, quiso reírse por la expresión preocupada en el rostro del rubio.

(Sin duda es un buen actor)- pensó para sí misma.

Poco sabia ella que la expresión "preocupada" en el rostro de era por algo diferente...

En frente suyo todavía estaban ante su vista una  pelirroja que tenía su delicada mano en la mejilla de un joven de cabello onix acompañada de dos niños, uno de ellos con casi el mismo rojo del pelo que la joven.

Alberu sintió algo raro dentro suyo ante esta vista. Fue algo parecido a la derrota.

Sin embargo dejó sus pensamientos a un lado cuando escucho una melodiosa voz.

— Choi Han, ¿podrías darnos algo de espacio?

El pelinegro, luego de esas palabras, sintió una falta de calor en su mejilla que lo hizo mirar hacia arriba. Cale había retirado su mano para ponerla en su regazo.

— ... necesito hablar con su alteza a solas.

Choi Han hizo un puchero ante el pedido de su dueña, pero se levantó de su posición y con una reverencia dijo:

— Como gustes Cale-nim. Estaré haciendo guardia afuera.

Cale solo asintió ante esto y fue entonces cuando el pelinegro empezó a caminar hacia la puerta. Pero se detuvo a hacer una leve reverencia hacia el Príncipe Heredero, persona que lo hizo alejarse de Cale, se sintio molesto luego de cruzar las purtas.

Alberu que asintió con la cabeza pudo ver la mueca de disgusto en la cara del joven, cosa que le resultó sumamente irrespetuoso, pero aún así no dijo nada. Pronto volvió su mirada hacia la pelirroja.

— Su alteza, me siento honrada con su presencia, no se hubiera molestado. — ella empezó su juego.

A Alberu le tembló un ojo, pero no se quedó callado.

— El placer es mío, estar ante la heroína de Roan, ¿como no me tomaría la molestia de venir a verla?

Cale tuvo que morderse las mejillas para no insultar al príncipe heredero.

Los niños, que eran oyentes ante esto, solo cruzaron miradas de complicidad y negaron con la cabeza.

Alberu y el sacerdote entraron completamente en la habitación. El sacerdote se sentó a un lado de la cama de Cale y Alberu estuvo no muy lejos de ellos,  apoyado en la pared mirando inquisitivamente a los niños de vez en cuando.

Pasadas una hora al menos,el rubio volvió a hablar.

— Puedes salir ahora.

— Si su Alteza.

El Príncipe Heredero Alberu envió al sacerdote que simplemente se sentó allí ocupando el tiempo sin hacerle ningún tratamiento real a Cale antes de girarse para hacer contacto visual con Cale. Cale tenía una expresión de asombro porque el Príncipe Heredero vino a visitar, hasta que la puerta se cerró y Alberu comenzó a hablar.

— Esa expresión tuya me está dando escalofríos.

— Muchas gracias.

Cale volvió a su habitual expresión relajada. Alberu pareció encontrar eso más soportable mientras se sentaba en una silla junto a la cama en la que Cale estaba recostada, con aspecto de paciente.

— He dicho que actualmente estás descansando. Dije que te levantaste en la plaza a pesar de que era difícil para que pudieras ayudar a calmar las cosas como una verdadera noble.

La heroína rubíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora