12: Extraño sentir

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Una semana había transcurrido desde el día en el que llegó a pisar el distinguido apartamento de uno de sus compañeros de universidad, Giichi.

Admitía que no le molestaba del todo el hecho de tener intimidad con él, sin embargo, se sintió extrañamente rechazada al ver la reacción del azabache, puesto que prácticamente evitó tener sexo con ella.

Habían tenido roces previos al coito, pero sin llegar a ello en algunas ocasiones, sin embargo él seguía evitando aquello a toda costa, o se estaba conteniendo, o era gay, ¿qué probabilidades de que sea la segunda opción? Pues nulas.

Prefería evitarlo y mantener la mente ocupada en aquel tiempo, sus misiones eran más constantes y también peligrosas. Prefería completar misiones sola y no en conjunto con sus hermanas.

Prefería mantener la mente ocupada antes de pensar estupideces según el criterio y reglas de la organización.

Aunque ella sabía que no podía ocultarlo más, se estaba enamorando de aquel azabache de mirada fría.

Aunque tratara de mantener la mente ocupada no dejaba de pensar en ello, no podía sacarlo de su cabeza.

Y eso le cobró factura en una misión, pase lo que pase, debe pensar con la mente fría, cosa que no logró hacer en esta ocasión.

De vuelta a casa, a penas sí podía caminar correctamente por el dolor que sentía en su pierna derecha. Estaba herida, caminaba dando pequeños pasos evitando que el dolor se extienda por toda su pierna.

No quería llamar la atención, mucho menos de alguna de sus hermanas, sin embargo, sabía perfectamente que Aoi estaría en la sala principal esperando su llegada y estaba preparada para afrontarla.

— ¡¿Pero qué te pasó?! — Y ahí estaba, justo luego de abrir la puerta de entrada y ingresar evitando verse tan mal, la escuchó dar un pequeño grito.

Era nada más ni nada menos que la muchacha de dos coletas que al ver a su hermana cubierta de sangre y cortadas había corrido a socorrerla.

— Estoy bien, no hagas un escándalo, Aoi — Sus violáceos ojos serios le dieron a entender que debería guardar silencio.

No estaba de humor, había tenido una riña. No creía que hubiera alguien que tuviera habilidades similares a las suyas.

Ciertamente había ido a una misión fuera de la ciudad y había partido en la tarde, sin embargo la misión habia sido turbada por dos agentes de la organización enemiga que se encontraban infiltrados como civiles, en la oficina de su objetivo.

— ¿Qué sucedió, Shitoī? — La preocupación de Aoi era notoria en su rostro, no la había visto lastimada desde aquella vez, la vez en que la conoció.

— Ni una sola palabra de esto a las niñas, ¿me oíste, Aoi? — Expresó de manera seria, pues nadie más debía saber que había tenido una gran riña con espías de la organización enemiga que por casualidad interrumpieron su misión.

— Shitoī... — El rostro de la menor se volvió serio, ahora parecía entender la situación.

Shitoī subió a su habitación con algo de dificultad y comenzó a empacar su maleta, integrando en ella algunas de sus pertenencias. La menor, quien la siguió, la observaba con preocupación, debió haber sucedido algo realmente malo como para que decidiera marcharse.

— Me iré de casa por un tiempo, cuida de las niñas y de Kanao. Y si vez alguna irregularidad, entonces salen del país en el primer vuelo, ¿me oíste? — Hablaba en serio, en su rostro no había ni una pizca de burla.

Esto era malo, si Shitoī se marchaba prácticamente estaría a cargo de todo, nuevamente todo volvería a como lo fue hace un año atrás. Cuando Kanao fue a una misión sola y resultó herida de gravedad.

Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora