11. Deseo

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— ¿Me dejarás pasar? Ya me duelen las piernas por esperar a que hables Giichi.

Mentiría si dijera que no quedó parado en esa puerta unos cinco minutos, fueron muchos más. Aún no lograba asimilar su presencia allí, ella había llegado de imprevisto pero tampoco sería descortés al dejarla allí parada.

Se hizo hacia un lado dejándole paso para que pudiera ingresar a su apartamento y ella, con una sonrisa ladina ingresó al lugar en silencio.

Llevaba una tarta que se veía muy apetecible entre sus manos pero él no estaba viendo eso exactamente. Ella llevaba puesta una remera blanca que le quedaba un tanto olgada, y unos jeans ajustados, además de tener el pelo suelto. Simplemente hermosa.

— Sígueme — Le dijo una vez esta había ingresado al interior del departamento y había quedado de pie en medio del pasillo

La guió hasta la sala de estar y le indicó que tomara asiento en uno de los sofás que estaban en medio de la sala, ella lo hizo sin objetar y ambos quedaron en silencio por unos instantes, luego Giyuu cayó en cuenta de que tenía la apariencia de alguien que acababa de despertar y se regañó mentalmente por ello.

— ..Ya regreso ¿necesitas algo? — Preguntó susurrante mientras se alejaba de ella yendo en dirección de la cocina para poder ofrecerle algo de beber

— Una taza de café estaría bien — Respondió con simpleza mientras revisaba algo en su bolso

Él solo asintió y siguió su camino hacia la cocina; por su parte ella solo se limitó a observar el apartamento, era más extenso de lo que creía, a pesar de ello estaba muy bien equipado y adornado, claro, la decoración consistía tan solo en tres colores pero todo era perfecto.

Admitía que él tenía un muy buen gusto para decorar su apartamento puesto que todo venía a estar delicadamente puesto en su lugar. El piso estaba completamente tapizado con una alfombra negra, las paredes eran completamente blancas y llevaban algunos tenues diseños de color gris claro, oscuro, y negro, los sofás de un opaco color negro resaltaban la belleza del lugar y el televisor de pantalla plasma en medio de la sala le daba el toque final. Vaya, pero que curioso, nisiquiera ella se toma la molestia de colocar sus cosas de manera delicada.

Rió por lo bajo, creyó que su apartamento tendría una peor apariencia pero se llevó una muy grata sorpresa, él había superado sus espectativas. Se limitó a observar la tarta de manzana que tenía entre sus manos y cayó en cuenta de que no se la había dado a él.

— Ten.. — Su voz masculina interrumpió su pensar haciéndola dar un leve salto; ya con una mejor apariencia él había regresado con una pequeña bandeja de metal, allí llevaba dos platillos, dos cucharillas, un cuchillo y dos tazas de café recién hecho

— Gracias — Agradeció antes de encogerse en su lugar

Él colocó la bandeja en la pequeña mesita de centro que yacía en medio de los sofás separándolos por un metro de distancia.

— ¿Quieres... partir la tarta? — Preguntó en voz baja, señalando la tarta de entre sus manos

Ella asintió y la colocó en medio de la mesa para luego sostener entre sus manos el cuchillo que él había traído para luego comenzar a partir en porciones la tarta.

— ¿Qué te trae por aquí, Shitoī? — Preguntó al ver que ella había comenzado su labor

Al oír su pregunta, ella detuvo su accionar por unos segundos para luego seguir con su trabajo, esta vez con una tenue sonrisa — Debería darte un regalo por tu cumpleaños.. — Soltó en un susurro con la mirada clavada en la tarta

Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora