14: Confesiones

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<<Es una mujer de baja estatura y de ojos grandes>>

Llevaba horas recordando aquello dicho por sus compañeros internados, aquella descripción rondaba su cabeza quitándole el sueño. Sin embargo, si era tal y como la describían sus compañeros como una mujer de voz tranquila y suave, de seguro ella usa eso a su favor para pasar desapercibida en medio del tumulto.

Y aunque muy inquietado esté, debía concentrarse en su misión y a toda costa evitar rastrear a esa mujer. Las órdenes eran claras. No seguir a nadie hasta que todo se haya calmado.

Saliendo de su ensoñación, miró por un momento el reloj, ya pasaban de las cinco, dentro de poco comenzaría a anochecer.

Al incorporarse y ponerse de pie caminó hacia la cocina con lentitud, quería relajarse un momento mientras bebía una taza de café caliente, quería quitarse de la cabeza muchas cosas, sin embargo, al llegar a su debido destino se topó con la sorpresa de que el café se había agotado. Claro, después de todo la última vez que fue de compras fue cuando su hermana estaba de visita.

Suspiró agotado mientras por un momento tenía la vista en el suelo — No hay remedio, debo ir por más al supermercado Se dijo así mismo al momento de avanzar y dirigirse a la puerta de entrada dispuesto a ir de compras.

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¿A dónde vas?, aún no estás completamente recuperada — Habló con preocupación Mitsuri quien veía a la azabache caminar en dirección de la entrada principal.

No te preocupes, solo caminaré un poco, ya me siento mejor así que no te preocupes demás Suavemente le respondió con claridad mientras se colocaba un abrigo.

Dudosa y aún temerosa por su salud la de ojos esmeralda solo asintió, era cierto, no podía obligarla a quedarse acostada todo el tiempo hasta su recuperación, debía salir a caminar debés en cuando, era parte de su recuperación.

Al cerrar la puerta tras de sí, la muchacha de mirada violácea logró respirar aire fresco.

Daría una vuelta al vecindario y quizá iría por una malteada.

Al dirigir su mirada en el camino observó todo con detenimiento, pue parecía ser un vecindario tranquilo y eso le agradaba mucho.

<< Eviten a toda costa comunicarse conmigo, me comunicaré con ustedes cuando sea seguro. Se los prometo, regresaré pronto >>

Aún recordaba las últimas palabras dichas a sus niñas. ¿Era acaso una despedida?, no lo creía, no, definitivamente no lo era. Ella regresaría pronto, claro que lo haría.

Yo y mamá iremos a una reunión muy importante mis queridas mariposillas. Regresaremos cuando menos se lo esperen, se los prometo, recuerden que las amamos mucho.

De pronto su caminar se detuvo con brusquedad al recordar aquello. Ese hombre que acababa de ver en sus recuerdos era nada más ni nada menos que su padre.

Ahora lo recordaba con claridad. Se los había prometido, y nunca más regresó. ¿Le sucedería lo mismo a ella?

Odiaba admitirlo, pero dijo casi las mismas palabras de su padre.

Lazos de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora