Diferente

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Sparks fly - Taylor Swift

Me desperté temprano para salir de casa justo antes de que mi padre se despertase.

Si realmente había un lugar seguro para mi, era con los chicos.

Cogí todas mis cosas y bajé las escaleras, llegando a la cocina.

- Leah. -dijo la voz de mi padre, apoyado en la encimera.

- Papá. -dije con miedo al ver que estaba despierto.

- ¿Ya te marchas? ayer ya estuviste todo el día fuera. -dijo con la voz calmada.

- Iba a ir a estudiar con Steve. -dije sin pensar, nerviosa.

- Steve, Steve, Steve, siempre es Steve, ¿ni siquiera piensas en tu padre? -dijo dejando el vaso que tenía entre las manos.

- No papá, es solo que yo.. -empecé a decir, pero ya no sirvió de nada.

Mi padre dio algunas zancadas hasta llegar a mi y coger mi muñeca con fuerza.

- Te dije que no me gustaba Steve y mucho menos que no estés en casa. -dijo mirándome fijamente.

- Lo siento, estaré más en casa. -aseguré sin mirarle.

Y su mano impactó contra mi mejilla, causándome un dolor horrible en la mandíbula.

Mis ojos se inundaron y lo miré por fin a los ojos.

- Eres igual de asquerosa que tu madre. -dijo de mala gana, me soltó y caminó lejos de mi.

Yo ni siquiera lo pensé, salí corriendo por la puerta y me metí en mi coche, arrancando a toda velocidad hacia la caravana de Eddie.

Aparqué y toqué su puerta, Eddie no tardó en abrirme con su típica cara de sueño y su pelo alborotado.

- Buenos días, te traigo café y comida. -dije levantando una pequeña bolsita que había recogido por el camino de una cafetería.

Eddie me miró y sin que yo dijese nada supo lo que había pasado.

- Ha pasado otra vez, ¿verdad? -preguntó suavemente.

Yo solo asentí.

Eddie cogió mi mano y entró conmigo en la caravana, dejó la bolsa en la mesa y nos sentamos los dos en el sofá.

- Cuéntame que ha pasado, pequeña. -pidió él tranquilo, analizando mi cara en busca de golpes.

- Dice que nunca estoy en casa y que no quiere que vea a Steve, creí que estaría dormido. -le expliqué intentando no llorar.

- Sigo pensando que mudarte aquí es lo mejor, puedo dejarte la habitación y yo dormir en el sofá. -dijo Eddie.

- No puedo hacer eso, ya lo sabes. -dije bajando la cabeza.

Entonces me puse a llorar y él ni siquiera se lo pensó dos veces antes de abrazarme con fuerza.

- Mientras yo esté aquí nadie te hará daño, pequeña. -aseguró acariciando mi cabeza con delicadeza.

Yo me aferré a su pecho, calmándome.

- Lo siento. -dije después de unos minutos abrazados.

- ¿Qué te parece si desayunamos lo que has traído y luego vamos a ver a Steve a la heladería? -dijo con una pequeña sonrisa.

- Me parece bien. -me limpié las lágrimas y Eddie cogió la bolsa.

Nos pusimos a desayunar, mientras él me contaba cosas de sus guitarras y de como Steve no quería comprarle la guitarra nueva por su cumpleaños.

Whisky on ice - Robin Buckley +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora