Converse rojas

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Cuando me levanté, estaba sola en el sofá, Robin y yo nos habíamos apoderado de él un rato después de estar en la piscina, mientras que Steve y Eddie dormían en la habitación.

Al levantarme, el silencio inundaba la casa.

Caminé descalza hasta la cocina, preparé café, lo necesitaba o mi cabeza iba a explotar.

Cogí una taza y caminé hasta el patio.

Había llovido y el suelo estaba mojado, y el aire frío.

Me aferré a la taza de café mientras recordaba la noche anterior.

Robin era mi novia.

Y aunque no pudiese gritarlo a los cuatro vientos, era mi novia, mía, y con eso me valía.

Un ruido detrás de mi me alarmó.

Steve con solo unos calzoncillos apareció.

- Buenos días, hay café en la cocina. -le sonreí.

- A veces desearía que fueses mi novia o que simplemente vivieras conmigo. -dijo Steve aliviado mientras cogía una taza de café y se acercaba a mi.

- ¿Y Eddie? -pregunté.

- Sigue durmiendo, ¿dónde está Robin? -preguntó él.

- Cuando me he despertado ya no estaba. -admití.

- Así que novias, eh, ¿yo sigo siendo tu novio falso? ¿o se me ha quitado el puesto? -preguntó chocando su hombro con el mío.

- Nadie va a quitarte ese puesto, Harrington. -le aseguré.

Ese día estaba tranquila, el ambiente, el aire frío, la lluvia, saber que ahora estaba con Robin.

Todo ayudaba.

- Buenos días. -habló Eddie con el pelo despeinado, unos calzoncillos y una camiseta.

- Buenos días. -le contestamos Steve y yo a coro.

Eddie se metió en la cocina y Steve se quedó mirándole.

Yo no dije nada.

Eddie llegó por detrás de nosotros y nos dio una nalgada a los dos a la vez.

Yo di un saltito y me reí.

- Voy a matarte, Munson. -me quejé.

- Tenéis unos culos muy bonitos. -dijo él apoyándose en la pared a nuestro lado.

- Pues el culo bonito de Leah y el tuyo tienen que ir saliendo de casa, mis padres llegarán en cualquier momento y luego tengo trabajo. -dijo Steve.

Yo me reí escuchando como Eddie se quejaba.

Fui hasta el sofá para vestirme y ponerme los zapatos.

Pero mis converse negras no estaban.

En su lugar había unas converse rojas.

Las converse de Robin.

Me las había cambiado.

Las cogí y dentro de una de ellas había una pequeña nota.

Te recojo a las ocho en la caravana de Eddie, no hace falta te pongas guapa, siempre lo estás. 

Al leerla, una sonrisa de tonta se me quedó en la cara.

Doblé la notita y me puse sus converse rojas.

Eddie apareció y me ofreció su mano para irnos.

Nos despedimos de Steve y salimos los dos, caminando por las calles de Hawkins mientras el aire fresco nos movía el pelo.

- Robin me recogerá hoy a las ocho. -le conté.

- ¿Voy a tener la caravana para mi solo? -dijo él con una sonrisa maligna.

- Toda tuya. -me reí.

- Podré invitar a mi ligue. -dijo él de forma burlona.

- ¿A Steve? -le dije y el tosió.

Yo solté una carcajada.

- Steve no es mi ligue. -se quejó.

Yo levanté las manos en forma de rendición y él me abrazó por la cintura, levantándome en el aire y corriendo conmigo.

Llegamos así a su caravana y nos pasamos el día tirados en el sofá viendo la televisión, escuchando como la lluvia repiqueteaba en la caravana.

Hasta que tuve que arreglarme para que Robin me recogiese.



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MARATÓN 2/2

Voy a dejar la cita para el próximo capítulo porque se viene el dramita gordo y necesitáis estar preparadas AJAJAJA

Whisky on ice - Robin Buckley +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora