Flores amarillas

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Mami, ¿Algún día también me darán flores amarillas como papá te las da a ti? —Mi pequeña yo de 5 años preguntó mientras admiraba el gran ramo de girasoles que se encontraba dentro de un florero en el centro de la mesa.

Ella volteo a verme y sonrió tiernamente dándome toda su atención —Cariño... ya llegara alguien que te de tus flores amarillas y créeme que esa persona te amará y hará lo posible para verte feliz —Voltee a verla y ella me rodeo con sus brazos, creo que mi madre creo una expectativa muy alta sobre el amor a una edad muy temprana para mi.

¿Harás algo hoy? —Me preguntó repentinamente aquel chico de cabellos castaños.

Ah... no, no lo creo, ¿Por qué? —Acomode mis lentes torcidos vergonzosamente.

Por nada, tal vez pase a verte en la tarde, nos vemos —Se levantó dejándome sola y confundida, después de un rato me levante de las gradas de la pista y me dirigí al interior del edificio.

Cuando era más joven no solía percatarme de muchas cosas a mi alrededor, por lo que la mayoría de veces me solía enterarme de las cosas mucho después.

Ese día no fue la excepción, al entrar vi a muchas personas pasar y muchas de ellas llevaban ramos de flores, pero no eran simples ramos, eran...

¡Hola ___! —Mi amiga pelinegra llegó gritando de entusiasmo que me hizo dar un brinco.

Momo, perdón, me asustaste —Ella me vio confundida y vi que también llevaba un par de flores —¿Por qué todo el mundo trae flores hoy?, ¿Teníamos que traer algún ramo y no me he enterado?

Ella soltó una risa al ver mi incredulidad —No, se supone que tu novio o alguien que quieres que se quede contigo siempre te regala flores amarillas, por eso... ten, de mi parte —Saco una de sus flores y me la entrego, la tomé completamente feliz.

Nos despedimos y seguimos con nuestra rutina diaria, me encontraba extrañamente emocionada para ver a mi novio esa misma tarde, aunque no quisiera, mi mente creaba imágenes pensando en el escenario perfecto donde me entregaba un gran ramo de flores amarillas.

Salí con una sonrisa hilarante en mi rostro y al verlo al final del pasillo me hizo sonreír más, me acerqué a él y lo saludé como de costumbre.

Perdona que moleste pero aún no me has dicho donde nos veremos esta tarde —Dije tranquilamente.

Ah, hmm, te veo en el patio de la escuela, ahí espérame después de mi práctica, ¿Esta bien? —Asentí y me despedí de él nuevamente.

Al llegar el momento de nuestro esperado encuentro me dirigí hacia el patio, imaginándome lo que me esperaba detrás de la puerta de salida.

Revise mi reloj de muñeca al ver que ya habían pasado 45 minutos y no llegaba, comencé a preocuparme pero decidí tranquilizarme, tal vez se le había hecho tarde.

Volví a revisar la hora y ya llevaba más de hora y media esperando, decidí regresar a mi casa ya que el cielo estaba cada vez más oscuro.

Comencé a caminar por las calles con un poco de tristeza en mi rostro, de repente sentí gotas frías caer sobre mi cabeza, mire hacia arriba y el cielo estaba totalmente nublado.

De repente se soltó una llovizna que me empapo totalmente, intenté encontrar un lugar en el cual refugiarme de la lluvia, encontré una parada de autobús donde me podía quedar hasta que cesara la lluvia, busque mi teléfono para avisar en casa que llegaría un poco tarde y solo vi una notificación en mi pantalla.

3 meses para enamorarte [Bakugo Katsuki x Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora