Capítulo 13

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Ya no lo soportaba, los oídos me zumbaban, escuché la misma pregunta, siete veces como mínimo, lo único que evitaba que mi cabeza explotara en ese mismo momento es que cambiaba el orden de las palabras cada vez que rehacía la pregunta.

-Si vuelves a preguntarme eso, ¡me bajo del carro ahora mismo!

-Es que no me has respondido.

-¡Claro que sí! Ya te dije como quince veces que no me acuerdo.

-Pero es que, necesito -carraspeó- es que quiero saber como se llamaba.

Me quité el cinturón de seguridad y le quité el seguro a la puerta, Jaques volvió a poner el seguro con el botón debajo de su ventana.

-¿Qué haces? ¡Déjame salir!

-No, ¿por qué quieres salir? Faltan como otros tres kilómetros para la escuela.

-Dije que si me lo volvías a preguntar me iba a salir del auto.

Jaques aceleró, yo quería que él se orillara, no era broma lo de que me iba a salir. Ya me tenía harta con sus malditas preguntas, las repetía una y otra y otra vez, como disco rayado, y estaba a dos de verdaderamente saltar de la ventana.

-Jaques ¿Por qué saber quién era?

El chico de pelo café, se puso pálido, y sus mejillas se empezaron a tornar rosadas.

-No lo sé, curiosidad tal vez.

Lo miré con desconfianza, se estaba portando extraño, no sabía por qué, desde el día anterior, cuando le dijo lo del chico que intentó salvarme y todo el drama, su cara se torna pálida cada vez que yo le hago una pregunta, y anda más curioso que de costumbre, me estoy empezando a preocupar.

-Jaques estás algo extraño ¿estás bien?

Se irritó y como si le hubiera dicho algo muy grave se puso a la defensiva.

-Sí, ¿por qué sólo me preguntas eso? Desde ayer estás así.

-Sólo quería... -me interrumpió.

-O tal vez tú eres la que se está portando extraña ¿no lo crees?

-Bien ya no te diré nada.

Crucé los brazos y me recosté en el asiento, Jaques torció la boca y condujo en silencio hasta la escuela.

Cuando llegué Riley y Tamara, me estaban esperando en la entrada, bajé la ventanilla del carro, y las saludé con la mano.

-Jaques me voy a bajar aquí.

Sin decir nada le quitó el seguro a la puerta y se detuvo en frente de la entrada de la escuela. Me bajé y abracé a mis amigas. Riley fue la primera en darse cuenta.

-¿Y a tu novio qué le pasa?

-No lo sé, se está comportando extraño ¿verdad?

Jaques se estacionó y sacó su teléfono, estaba recibiendo una llamada de Karim, la rechazó, pero no pasaron ni tres segundos y el móvil volvió a sonar. Con pesadez tocó el cuadro verde en la pantalla y esperó a que Karim hablara.

¿Y bien?

¿Y bien qué?

¿Qué te dijo ayer?

Lo que dijiste que iba a decir

Bien, ¿nada raro?

Bueno, no recuerda nada de mí, eso es seguro

Perfecto, si sigues así, vamos a acabar en un mes cuando mucho

Karim, sobre eso, no me siento bien mintiéndole a Chelsea de ésa forma.

No quiero escuchar lo que creo que vas a decir

Karim, creo que me estoy, enamorando de ella

¡No! Teníamos un trato Carther, y no se te va a ocurrir echarte para atrás.

Sin pensarlo dos veces colgó la llamada, cuando lo volteé a ver, se veía, confundido, enojado y decepcionado. Cuando se acercó a nosotras nos lanzó una mirada dolida, y nosotras le contestamos con una mirada de compasión.

-¿Estás bien cuñado?

Riley comenzó a decirle así a Jaques de un día para el otro, a él no le molestaba y aunque así fuera ella le iba a seguir diciendo así.

-Sí, no se preocupen, sólo me peleé con alguien por teléfono.

Se me hizo muy extraña la reacción de Jaques, su carácter es algo chocante, no es raro que se peleé con la gente por teléfono o en persona, pero jamás había visto esa mirada en su rostro, ése color en su piel, ni esa actitud, tan extraña, tan...sospechosa de alguna forma, que simplemente no podía explicar. Jamás se me cruzó por la mente que Jaques estuviera ocultando algo, simplemente tenía una corazonada de que ahí había gato encerrado, porque la situación en sí no se sentía bien, y debería sentirse bien, al fin y al cabo, Jaques y yo ya nos habíamos arreglado.

En la clase de historia, le pasé una nota a Jaques, se lo pude haber dicho, al fin lo tenía al lado, pero la maestra que da la clase da miedo, verdaderamente, intimida. Arranqué un pedazo de hoja y del puro ruido, la maestra volteó violentamente y nos examinó con su penetrante e inquietante mirada de color azul, miraba a través de nosotros, y con los ojos entrecerrados espiaba cada uno de nuestros movimiento, ¿acaso eso no es intimidante? Para mí, lo es. Escribí que nos veíamos en el descanso, tenía que hablar con él.

Cuando se acabó la clase y todos dejaron salir el aire almacenado en sus pulmones (la maestra da tanto miedo, que incluso hay gente que aguanta la respiración para no hacer ruido) Jaques me siguió hasta una banca en el jardín del patio, al lado de la cancha de football.

-Jaques, no pude dejar de pensar todo el día en tu bendita pregunta.

Tragó en seco y agrandó los ojos.

-Continúa.

-Bueno, en realidad, en el chico, su recuerdo se me hace súper familiar, pero por más que intento recordarlo, no me acuerdo, simplemente se me escapa la idea ¡y me desespera!

Jaques tomó mis manos con suavidad y se me quedó viendo a los ojos con cierto alivio.

-Mira, deja de pensar en él, tienes razón, hice la misma pregunta varias veces; pero si dejas de presionarte, cuando menos te lo esperes, te vas a acordar, ya lo verás.

-¿Estás seguro?

-Sí, pero tampoco, pienses en que lo quieres olvidar, así será todavía más difícil, simplemente no pienses en él, piensa en algo más, como en la posibilidad de que el viernes vayas conmigo al cine.

-Me agrada la idea, ¿cuál veríamos?

-¿Cuál quieres ver?

-Está ésta nueva película: antes de ti, o yo antes, o algo así.

-Yo antes de ti.

-Creo que sí ¿cómo lo supiste?

-Es que ésa era la que yo quería ver contigo.

-Bien, entonces el viernes a las... ¿siete? ¿Te parece bien?

-Siete, de acuerdo.

La campana sonó, y nos preparamos para las últimas dos clases de ése jueves, nublado y frío.


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