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Puso las esencias una vez el agua tibia llenaba la tina

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Puso las esencias una vez el agua tibia llenaba la tina. Vestía una simple bata de baño que no dejaba mucho a la imaginación, pues pensaba que la situación ameritaba usarla.

Minho observaba desde el marco de la puerta. Las piernas acarameladas y largas del menor, era algo que no lo dejaba pensar con claridad. La tela del pantalón empezaba apretar más de la cuenta, pues aquellas vistas lo habían hechizado, solo que esta vez no tenía una camisa que lo tapase.

—Ya está todo listo, Honnie —comentó coqueto.

Con sensualidad comenzó a quitarse la bata, dándole pequeñas miradas llenas de deseo hacia su amigo. Sabía perfectamente que estaba haciendo efecto, pues el solo hecho de ver su pantalón era suficiente.

Se metió a la tina mientras Lee terminaba de sacarse la parte inferior de sus prendas. Pudo ver la creciente erección que tenía, así que tomaría provecho de eso. Una vez que el castaño se sumergió en el agua, Jisung pudo poner sus planes en marcha.

Con delicadeza se acercó hasta el cuerpo de su mejor amigo, comenzando a frotar sus brazos fingiendo frío. Dejó su cabeza en el pecho contrario, escuchando los fuertes latidos del corazón. Se notaba que se encontraba nervioso, así que intentó relajarlo frotando su cabeza contra él.

—Honnie —llamó meloso—, me siento extraño.

—¿En qué sentido? —preguntó en un susurro.

Se miraron fijamente sin decir ni una palabra, sabía perfectamente lo que quería decir. El rostro de Jisung se fue acercando lentamente al suyo hasta que sus respiraciones se entrelazaron. No unió sus labios, solo se quedó en esa posición por unos segundos.

El castaño quedó estático, pues las acciones de su amigo lo habían dejado deseando. Llevó una de sus manos a la nuca del pequeño y la empujó para poder sentir su dulce boca, comenzando un beso algo apasionado. Sus labios crearon una danza sincronizada, llena de erotismo y deseo por el cuerpo contrario.

Ya se habían besado en varias ocasiones, pero había algo distinto, un sentimiento nuevo para Lee. El pelinegro que colocó sobre sus piernas mientras pasaba sus brazos tras el cuello del alto, obviamente sin romper ese beso tan esperado. Minho sin esperar, tomó la diminuta cintura del menor juntando aún más sus cuerpos.

El calor se sentía a la distancia, pues los chasquidos y respiraciones erráticas daban a entender lo que vendría. Las manos de ambos no se mantenían quietas, acariciaban todo lo que podían del otro.

—H-Honnie —gimió el menor cuando la boca del castaño fue directo a su cuello.

Dejó varias marcas rojizas, seguramente tardarían en irse. Estaba perdiendo el control de su cuerpo, solo hacía lo que sus instintos más salvajes le dictaban. Con una mano comenzó a apretar los pezones, y con la otra tiraba de los cabellos negros de Han. Su lengua viajó desde su cuello hasta los labios del menor, en donde volvió a besarlo desesperado.

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