Algo que me recuerda a mi

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Hola chicas y chicos, pues como ven este es el comienzo de una historia muy querida para mí que se encuentra disponible en FF, sin embargo, decidí hacer un esfuerzo y traerla a esta plataforma. Aprovecharé a corregirla y agregar algunos detalles extras.

Declaimer:
Naruto NO es mío, es de Masashi Kishimoto.


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Episodio
I
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"Yo... voy a desaparecer"
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Como una huella que lentamente va dispersándose, fundiéndose en la eternidad del límite de los recuerdos, la vida es efímera y hermosa, no queda nada al final y simplemente sobrevive la melancolía del desenlace. En un mundo que constantemente cambia, las personas se vuelven sombras borrosas reflejadas en las pupilas. El sabor de un café tomado en una tarde de primavera se olvidará una noche estrellada de verano al saborear el ayer endulzado con miel. Así poco a poco el "yo" de cada uno se vuelve un desconocido incluso para sí mismo.

Lenta, suave e ineludiblemente.

Decir adiós será sólo una suma de las partes en una ecuación silenciosa del universo. La soledad es y será siempre el destino final de todas las almas en éste inmutable y etéreo mundo.

No había forma de escaparse de ello.

Comenzó a llover cerca del mediodía y realmente no parecía que fuera a detenerse aún. El reloj marcaba las nueve de la noche menos un cuarto. Por una de las empinadas calles de la ciudad de Tokio, podía apreciarse la silueta de una pequeña chica, la cual vestía un uniforme escolar estilo marinero completamente negro con medias que hacían juego, su largo cabello azulado se mecía detrás de su espalda y aunque su piel era pálida, tenía las mejillas levemente sonrosadas.
Hyuuga Hinata poseía facciones delicadas que resaltaban a primera vista, su cuerpo era un poco más delgado de lo normal, pero no en una proporción alarmante. Tomaba de una manera muy elegante el paraguas que la cubría. Sus ojos perla, llenos de un misterioso brillo melancólico, se mantenían firmes sobre la vía, cuidando en todo momento eludir los charcos de la acera y al mismo tiempo admirando cada pequeño detalle como si fuera la primera vez que lo veía. Era la misma calle que siempre utilizaba para regresar a casa, era la misma acera, el mismo anuncio de shampoo, los mismos edificios, y sin embargo siempre le resultaban tan nuevos y curiosos.

Desde muy pequeña aprendió que cada persona debía atesorar las cosas más triviales del día a día por ser inadvertidamente preciosas y aun cuando éstas mismas fueran dolorosas, no había nada que no tuviera una razón de ser.

La vida era lo más sabio que los dioses les habían regalado.

No había nada que sucediera por simple capricho o coincidencia.

Ella lo sabía mejor que nadie.
Su rostro se opacó ligeramente al sentir que a su cabeza volvían los característicos olores del desinfectante y los fármacos, así como un penetrante sonido rítmico de una máquina que funcionaba a la par con su corazón. Una piel blanca marchitándose cual flor al llegar el invierno, lo hermoso de aquello que no dura para siempre, es el dolor de tener que perderlo.

El amor era doloroso después de todo...

Sacudió ese pensamiento de su mente.

No tenía caso deprimirse por cosas que no era capaz de cambiar en ese punto de su vida. El presente simbolizaba lo único que tenía seguro y si se la pasaba lamiendo las heridas cicatrizadas, éstas tarde que temprano se volverían a abrir. Se obligó entonces a recordar que Kakashi-sensei les había encargado un ensayo sobre la primera obra de Jiraya. Un escritor que actualmente hacía novelas eróticas y de las cuales el profesor de cabellos plateados era un descarado fanático. Sin embargo, el material para la tarea de la clase radicaba en su obra más inocente, y curiosamente, su favorita entre todas las que tenía en su pequeña estantería privada. Tendría que comenzar a escribirlo apenas acabase de cenar. Así que debía apresurarse en llegar a casa. Seguramente su padre le echaría un sermón monumental por no acelerar sus actividades y estar expuesta por tanto tiempo a las inclemencias del clima que azoraba la ciudad. Hanabi, su hermana menor por cinco años, seguramente le diría alguna palabra burda y su primo Neji sencillamente le recordaría tomar sus pastillas correctamente antes de encerrarse en su estudio para continuar con sus tareas. No es que no la apreciaran, al contrario, estaba segura que su familia la amaba más que a nada, sin embargo, no podían ser amables o dulces, les resultaba un poco difícil expresar sus sentimientos.

Say Goodbye Dear Stray CatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora