Ley de distancia

792 95 7
                                    

Muchas gracias por su apoyo, espero que esto les guste.

Declaimer:

Naruto NO es mío, es de Masashi Kishimoto.

.

Episodio

III

.

"Déjame sentirte cerca hasta que yo desaparezca"

.

No importa cuánto las personas quieran acercarse unas a otras, es imposible llegar a lo más profundo del corazón con una creencia tan vaga como quien decía: las palabras y las miradas, lo dicen todo. A veces, la misma gente detesta abrirse y en su lugar se vuelven esquivas y rabiosas de sus propios secretos y realidades. Uno no conoce a los demás por mucho que viva a su lado. No obstante, aunque son universos individuales, colisionan entre sí como los asteroides de un cinturón estelar, nunca se puede conocer demasiado de nadie, pero tampoco puede pasar completamente desapercibido. Siempre habrá alguien que lo note, que lo vea tal cual es, una persona que le diga que su existencia no es inútil.

Alguien que sea una luz en la oscuridad.

Sin embargo, ese alguien a veces simplemente no aparecía.

Porque ese no era el destino que les correspondía, la vida puede llegar a ser bastante caprichosa y terca.

La soledad se aferra como un parasito que carcome el interior del alma; lacerando sus delgadas paredes, y dejando paso a los huecos sangrantes de una desesperación absurdamente punzante. Llegados a este punto, no hay salvación. Porque, a fin de cuentas, solo vienes y solo te vas.

No hay nadie que no lo sepa en realidad.

El sol corría perezoso en la distancia y por los grandes vitrales de la biblioteca se podían apreciar algunos rayos que atravesaban la espesura de los árboles que los rozaban.

El tiempo transcurría lento casi siempre y a ratos se escabullía como agua entre sus dedos. No obstante, aun así, había tantos pendientes por hacer que el tiempo no le sobraba para andar perdida en sus pensamientos. A medio día habían llegados algunas cajas con los nuevos materiales de consulta enviados por la editorial para el instituto durante aquel semestre. Necesitaba revisarlos apropiadamente para agregarles el sello y las directrices de la escuela. Aunque esa tarea era difícil realizarla, no por el alcance de la habilidad, sino porque estaba sola; era la única en el lugar; Shino y Kiba no podrían echarle la mano en el comité el resto del mes ya que se encontraban en medio de sus respectivos campeonatos, uno de beisbol y el otro en una olimpiada de biología. No estaba en labor de quejarse, ella era capaz de apreciarlo, más que de sufrirlo.

Mientras empujaba el carrito de las devoluciones del día y acomodaba las filas de libros correctamente, recordó que había visto por tercera ocasión a ese gato huraño y callejero en la oficina de los maestros.

Sabía que estaban en la misma escuela por su maltrecho uniforme de esa noche que se conocieron, sin embargo, comprobarlo era otra cosa. Un poco más esperanzadora. Él no estaba tan lejos de ella. Se sentía feliz de haberlo vuelto a ver, aunque también sabía que no podía salir nada bueno de envolverse con él. Correr como imprudente hacia un hueco oscuro, era algo que sólo un valiente haría, ella no era así en lo absoluto.

No era valiente.

Pero, aun así, quería acercarse a él.

No tenía una razón exacta, quizás era que algo en el morocho le recordaba a ella o tal vez fue esa aura de que poseían sus profundo ojos negros. El muchacho no era lo que parecía, había algo más debajo de esas capas protectoras alrededor de su corazón que la Hyuuga estaba curiosa por descubrir de qué se trataba exactamente lo que escondía.

Say Goodbye Dear Stray CatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora