Nuestro destino ♕︎ 𝚖𝚒𝚗𝚜𝚞𝚗𝚐 ♕︎

CAP 10

Tres golpes sonaron fuerte detrás de la puerta del comedor y pronto se asomó un príncipe pelinegro con un rostro muy serio.

— al fin te vemos, Minho. — dijo Younghyun alzando las manos con alegría.

El menor solo fingió una sonrisa, pero su mirada solo clavaba como cuchillas al rey.

Mientras Minho se acercaba a su asiento destinado, su padre solamente lo miraba con los mismos ojos en los que él había visto al rey, pero claramente mil veces peor.

Minho tomó su silla y se sentó, su padre dejó los cubiertos en la mesa y cruzó sus manos entre ellas con los codos recargándose en la mesa.

— ¿en donde estabas? —susurró ya que Minho se sentaba a un lado de él.

Comúnmente el rey se sienta en la punta de la mesa, al lado izquierdo del rey se sienta la reina o la pareja del soberano, a su lado derecho se encuentra el heredero de la corona y en este caso, Minho era el heredero.

Entonces Minho se quedó callado por un segundo para ver si alguien lo veía, pero no era así.
Y Minho continuó con la platica con su padre y contestó.

— estaba haciendo el bien para el pueblo de Dinamy. —dijo con un tono retador.

El rey bajó los codos y suspiró en lo bajo.

— este no es tu pueblo, Lee Minho.

— ¿no? Umm, yo pensaba que si, bueno, ahora qué somos como uña y mugre, pensé que podía salir un segundo al pueblo. —dejó de hablar con susurros a su padre cuando mencionó las últimas lineas y alzó la voz fingiendo alegría.

Instantáneamente todos los presentes prestaron atención a lo que decía Minho y sonrieron.

— me da tanta alegría ver que mi hermanita ha crecido. —abrazó con un brazo el hombro de su hermana que se situaba en su derecha.

— me conmueve escuchar eso, Minho, desde que ustedes eran pequeños yo presentía algo, pero jamás pensé que sería esto tan maravilloso. —dijo sonriente el rey de Dinamy lo último.

Minho era muy bueno mintiendo y lograba convencer a todos con tan solo mostrar un gesto, pues siempre era serio.

— ¿ya hay fecha para la boda? —Preguntó el más pequeño de los Han, Han Hyeong Jun ( Jun Han).

— aun no, requiere tiempo. —contestó el rey Kento.

Y mientras los miembros de las dos familias platicaban, Minho y Jisung se encontraban con las miradas.

Seguían con su rivalidad pero en realidad no había un por qué de estar peleados.

La cena terminó y cada miembro se retiró de la mesa.

Minho fue el primero en salir de ahí y dirigirse a la torre sin darse cuenta que un castaño lo seguía.

— príncipe Lee.

El mencionado volteó de golpe al reconocer esa voz.

— majestad. —dijo el pelinegro.

— no sabía que te gustaba estar aqui.

— no sabe la ni la mitad de mi. —volteó a otra vista.

El menor suspiró y se sentó junto al príncipe de negro en la orilla de la ventana.

— no ha estado de buenas últimamente ¿cierto?

— no como quisiera.

El ambiente era tranquilo y ninguno de los dos estaba enojado o con algún tipo de rencor.

Minho quería decirle algo que tenía desde que empezó a utilizar la torre para meditar.
No estaba seguro si quería decírselo en ese momento.

— Alteza.

— Basta, no me digas así, no me gustan los sobrenombres.

— bien, Jisung, temo mi comportamiento todas las veces que nos encontramos, no es de mi interés meterme en las relaciones ajenas, me disculpo por mi comportamiento al ser tan egoísta.

El castaño se sorprendió, pues siempre el pelinegro sacaba cosas por sorpresa y sin dar previo aviso.

— Minho, no hay nada de qué disculparse, yo hice desorganizadamente las cosas y eso creo que generó un poco de malentendidos.

— fui yo el que tomó una posición extraña, no tiene la culpa de nada.

— basta, Minho, yo no estuve bien.

— no, Jisung, fue tu elección.

Ambos jóvenes ya tenían el tono de voz más elevado. El menor quiso poner fin.

— bien, ambos somos culpables e inocentes y nos perdonamos mutuamente ¿de acuerdo?

A Minho le pareció muy interesante su manera de decir tan firmemente esas palabras, elevó las cejas y dobló la cabeza para contestar.

— de acuerdo, príncipe.

Jisung sonrió con orgullo y listo para dar una vuelta y regresar a sus actividades, pero el mayor tomó ligeramente el brazo del castaño.

— príncipe Jisung, estaba pensando que podríamos ir a dar un paseo, como aquella vez, para arreglar las cosas adecuadamente pero...bueno —suspiró. — ya lo hicimos, aun así no quiero que se pierda de lo que tenía pensado.

El príncipe mas pequeño abrió los ojos de sorpresa pero trató de disimular un poco su rostro.

— me parece bien, demos un paseo como el de aquella vez.

Ambos asintieron y recorrieron todo el castillo hasta llegar a la salida de este que daba al bosque.

Tomaron sus caballos y tomaron camino al lago de ese bosque gigante.
Ambos platicaban en el recorrido, claramente un poco más diferente de costumbre.

Al llegar al lago, solo metieron sus pies al agua y esperaron a la profundidad de la noche.

Luciérnagas empezaban a salir de los árboles y alumbraban todo el lugar con el reflejo del agua, se veía magico y hecho como de un cuento de hadas.

Minho llegó a mirar de reojo a los ojos de Jisung, observó un brillo inigualable en ellos que jamás había visto en alguien, ni en sus propios ojos.
Y mientras, Jisung sentía una mirada, un calor que llegaba a sus sentidos. Giró la cabeza a Minho, no esperaba encontrarse con dos ojos viendo a un punto fijo de su rostro.