Twelve

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Al día siguiente su mañana comenzó con la pierna izquierda por desgracia.
Tras la serie de pesadillas que había estado sufriendo noctámbulamente, no había podido dormir si no hasta las seis de la mañana.

Por desgracia una hora después tenía que levantarse para ir al colegio, lo cual por obvias razones, no fue de su agrado.

«Juro por Merlin que algún día tomaré algo para antes de ir a dormir que me dejará tumbada por más de tres días.»

Importándole poco su apariencia esta vez, literalmente se colocó la ropa del día anterior, bajando a la salida de su hogar con los pies arrastrando y las ojeras más marcadas que había visto su madre.

—¿No pudiste dormir? —preguntó aquella dulce mujer, mientras terminaba de hacer el desayuno para su pequeña.—

—La respuesta es obvia... —Murmuró a duras penas, mientras restregaba sus ojos en sus manos, bostezando involuntariamente.—

Era realmente estresante los terrores nocturnos que a veces tenía. Casi por lo general eran relacionados a la muerte de Cedric o de sus amigos y eso realmente no le gustaba. Agregándole que a partir de que llegó a Forks se sentía extrañamente observada entre sueños.

—Hija... Lo lamento mucho. —Murmuró, mientras dejaba el desayuno frente a la azabache, para después acariciar suavemente su cabello.— Si gustas puedes quedarte en la cama, yo podría avisar al instituto para decirles que estás enferm...-

—No es necesario, mamá. —Interrumpió, mientras observaba el extraño brillo de los ojos de la contraria al escuchar aquella palabra maternal.—

«Al parecer tendré que acostumbrarme a llamarla así...» —Pensó con pesar.—

—Oh... En ese caso... —Murmuró aquella mujer, mientras se quedaba sin palabras.— A-apurate, que llegaremos tarde, hija. —Respondió de vuelta, seguido de un suave beso en la cabeza.—

Vaya, su madre si que era un dulce andante.

El viaje con su amiga no había Sido para nada incómodo, al contrario; aquel silencio constante que tenían siempre de camino a ambas les resultaba bastante confortante, aunque está vez la castaña había decidido interrumpirlo.

—Oye, Leonor... ¿Te firmaron a ti el permiso para la escursión? —Preguntó, mientras mantenía la vista fija en el camino al instituto.—

—Oh... Si, de hecho mi madre estaba demasiado emocionada cuando le comenté que visitaríamos un invernadero, ¿Porqué?

—Oh... Por nada realmente, es solo que Charlie no me dejó. —¿Charlie? Probablemente era su padre.—

Dentro de los pensamientos de la castaña estaba la incertidumbre de aquello. Entendió la indirecta a la perfección de Bella; no quería quedarse sola. Pero era lo suficientemente tímida como para no decirlo en voz alta.
—Entiendo... ¿Tienes el permiso? —Preguntó, mientras volteaba a verla, bastante tranquila.—

—Si, está en mi mochila, atrás. —Respondió, algo confundida por la contraria.—

Al estar en el volante Bella no supo exactamente que hizo, pero en un abrir y cerrar de ojos le mostró aquel permiso firmado. Frunció ligeramente el ceño, volteando un momento a verla.

—¿Cómo es que...? —Murmuró, desconcertada.—

—Bella, ve al frente. No quiero que nos termines matando. —Respondió burlona, mientras se cruzaba de brazos dando por terminada la conversación.—

—S-si... Lo siento.

Aquella escursión lejos de haber haber sido aburrida terminó siendo todo lo contrario.
Además de las distintas funciones preservadoras de la huella ecológica que el señor Molina había mostrado —Incluida una especie de café a base de abono que les mostró a los alumnos y que para Leonor fue bastante curioso.— En algún momento de aquel recorrido lleno de vida verde, llegaron a una sección donde se podía cosechar herbajes de todo tipo, cosa que para Leonor fue el cielo; era como estar en Disneylandia para los magos. Tuvo incluso que comprar varias bolsas de papel para dejar ahí todos los tallos o flores que logró tomar de aquel sitio.

—¿Para que demonios necesitas tanta lavanda? ¿Eso es vainilla? —Preguntó Jessica, mientras intentaba tomar una de las tantas bolsas que cargaba la pelinegra. La contraria simplemente se apartó antes de que si quiera la tocara.—

—¿Has escuchado de la aromaterapia? Dicen que es buena para la ansiedad. —Se limito a decir, adelantándose a aquel recorrido.—

Bajo la mirada expectante de todos los alumnos, había una que destacaba por encima de muchas, y esa era la de cierto castaño.

«La aconitum no sirve para la aromaterapia.»

Rápidamente volteó a buscar al responsable de aquel pensamiento. Nerviosa, se encontró con unos ojos negros que la miraban profundamente, casi perforando en su alma.

—¿Que demonios sabes, Cullen?... —Murmuró para sus adentros pensando que no la escucharía, mientras optaba por simplemente ignorarlo, adelantándose mucho más.—

La noche había caído, y con ello, aquellos experimentos que realizaban la castaña y la azabache de igual forma aparecieron.

—¿Qué haces? —Preguntó Bella, mientras se acercaba, recién llegando al recinto.—

Eran aproximadamente las doce de la noche, la luna —La cuál era llena— se encontraba en pleno apogeo; la luz de la misma alumbraba tenuemente el caldero de la azabache, el cuál tenia una sustancia de color carmesí en su interior.

—Se que no lo conoces, pero es un líquido llamado Veritaserum

«Verita...¿Qué?» —Murmuró la contraria bastante desconcertada, cosa que para Leonor le pareció bastante gracioso.—

—Basicamente es... Cómo una especie de detector de mentiras. Me dejaron prepararlo para el siguiente curso en el colegio que te conté. —Respondió, para después agregar una sustancia que Bella no supo con exactitud que era, logrando que aquel líquido comenzara a tornarse ligeramente transparente, como si se tratase de agua.— Aunque, cómo es muy elaborado decidí hacerlo ahora.

La contraria se acercó al caldero, bastante curiosa.
—Vaya... ¿Cuánto tiempo toma?

La azabache volteó a verla con algo de burla, mientras sonreía.
— Cuando digo que es demasiado, es que literalmente parece como esos ejercicios tan desgastantes y extensos que nos coloca la profesora de matemáticas.

La contraria abrió de más sus ojos, sorprendida.
Si que era mucho.

—¿Cómo funciona? —Preguntó la contraria, mientras observaba como de aquel gran caldero solo sacó algo de líquido, guardandolo en un frasco.—

—Digamos que... Unas cuantas gotas hace que reveles la verdad de lo que sea que te pregunte. Así es como funciona.— Respondió, mientras apagaba el caldero, observando el líquido.—

—V-vaya...

¿La verdad? Realmente no necesitaba de aquella poción para el año que viene, ni siquiera sabía que carajos le pediría Severus para el curso siguiente. Lo que realmente tenía era un plan:

Un plan por si todo se llegaba a salir de control, ya que la curiosidad de aquel castaño comenzaba a ponerla nerviosa. Fuera Cedric o no, estaría preparada para lo que fuera, y haría lo posible por salvar su pellejo y no revelar absolutamente nada de su secreto si es que quería seguir en libertad y no ser arrestada por el ministerio a tan corta edad, le costara lo que le costara.

Incluso si eso implicaba entrometerse en lo que no le incumbia.

¡Hola! Aquí la escritora del fanfic :)
Les hago entrega de un pequeño capitulo antes de las cosillas que se vienen 💕
Espero les haya gustado. Una disculpa por haberlo hecho bastante breve. A partir el siguiente capítulo prepárense, porque eso se va a poner bastante interesante 🌚

Muchas gracias por darle lectura a esta pequeña historia, ¡No sé olviden de comentar y votar, así me doy cuenta de que les está gustando!

M_!

𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐏𝐈𝐀. -ᴇᴅᴡᴀʀᴅ ᴄᴜʟʟᴇɴ-.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora