Su cabeza dolía demasiado, sentía que tenía toda una tormenta en su mente de recuerdos y sentimientos. Ese era el peso y castigo de recobrar la consciencia. Pero había algo que le importaba más que el dolor. Quería saber que había pasado.
Luzu abrió los ojos de a pocos, sus párpados parecían imanes queriendo juntarse con cada segundo pero la voluntad del castaño era más fuerte, además, estaba completamente cansado de dormir ¿por qué de repente una simple siesta lo puso tan de malas?
Se tomó un tiempo para todo, para acostumbrarse a la luz que llegaba a su vista, a la posición donde estaba, pues sentía un total entumecimiento, a analizar donde se encontraba y empezó a recordar cosas. Recordó cuando llegaron a la pequeña carpa amarilla y... el cigarrillo.
Sacudió la cabeza, estaba realmente confuso, pero si algo recordaba bien fue toda su actitud antes de dormir, estaba estresado, desesperado, ansioso, tanto así que fue algo grosero con...
- ¡Quackity! - Exclamó de inmediato el mayor con algo de dificultad al intentar alzar la voz, dejó de lado absolutamente todo sobre su dolor o los recuerdos en su mente, ahora ese espacio lo ocupaba el menor. Luzu no podía pensar en más, sólo en la culpabilidad por tratar feo al chico.
Se levantó con lentitud, sentía que el suelo se le movía pero necesitaba salir de esa carpa, necesitaba buscar a Quackity y su desespero aumentó al ver que nadie le respondió. Se acercó a la cremallera y la abrió, a su vista llegó algo que lo tranquilizó levemente.
El pato más grande, Calamardo, estaba caminando sobre la tierra enfrente de la carpa, hasta que a la vista del animal llegó la silueta de Luzu, lo que hizo que se acercara de inmediato con unos sonoros y alegres "quack". Le sorprendía su reacción, solo fue una siesta, ¿Por que se alegraba tanto?
Aún así, tomó al pato en sus brazos y le acarició, pero todavía se notaba la preocupación en su rostro por el menor, que no lo percibía todavía incluso mirando alrededor, en donde captó que había una fogata ya extinguida y una lata de comida abierta en el suelo, eso sólo era índice de Quackity que dejaba tirado todo el cualquier lado.
Luzu conservó la calma, más porque fue capaz de reconocer que había roto su racha de no fumar, mientras caminaba algo lejos buscando al chico empezó a hacer las cuentas, como si hablará solo.
- Dos... Seis meses, no había fumado en seis meses, mierda. - Suspiro con pesadez sintiéndose una decepción ante su poca fuerza de voluntad hasta que noto como el pato lo estaba mirando, este simplemente rio. - Ay Calamardo, tienes un padre muy irresponsable emocionalmente -
Se lo decía como si pudiera de entender, y más porque él animalito no iba a ser capaz de responderle. Le daba ansiedad esa situación, por eso no le decía nada a Quackity, no quería conocer qué le iba a decir porque se ponía a analizar las miles de posibles respuestas, unas que lo aterran aún más que otras, en especial las que podrían indicarle rechazo, como ya había pasado antes con otras desagradables personas.
Sacudió la cabeza sacando esos pensamientos y noto la mochila gigante de Quackity apoyada en un tronco, se acercó y dejó al patio en el suelo antes de arrodillarse revisando. Le pareció raro ver que las latas de comida habían desaparecido, antes tenían como diez, ahora hay 7. ¿Desde cuando Quackity comía tanto? pensó.
Se relamió los labios, los tenía curiosamente secos, y empezó a sentir sed. ¿Qué le pasaba?. En eso tomó el diario de Quackity, el menor no le había negado nunca el que leyera las notas, le gustaba la confianza que tenían y tal vez con alguna introducción del diario sabría donde estaba el menor.
Con unas páginas leídas de forma tan rápida por los escritos tan cortos, sentía que se le iba el aire y unas increíbles ganas de llorar. Estuvo dormido casi cuatro días, dejando a Quackity literalmente solo, y leer aquellas notas lo hacía peor, se sintió totalmente culpable, y las ansias de buscar al menor incrementaron.
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Just us ༻Luckity AU
FanfictionHace un año, todo lo que es conocido como sociedad desapareció sin razón alguna, sin explicación, sin palabras. Pero un par, dos personas que no saben si por suerte o por desgracia, son las únicas que siguen pisando la tierra. Intentan sobrevivir pa...