Hace un año, todo lo que es conocido como sociedad desapareció sin razón alguna, sin explicación, sin palabras.
Pero un par, dos personas que no saben si por suerte o por desgracia, son las únicas que siguen pisando la tierra. Intentan sobrevivir pa...
— Había un tejon, estuvo correteando a Calamardo por un buen rato. Me asuste mucho, pensé que se lo iba a tragar. — Quackity comentó como si estuviera viviendo ese momento exacto, mientras Luzu solo reía de imaginar la situación.
Hace unas horas ambos ya habían partido de la pequeña carpa, Quackity juraba que odiaría ese lugar por el resto de su existencia. El castaño entendía porque lo decía y, a pesar de que hubieran hablado y estuvieran bien, se sentía culpable todavía.
Sin embargo, el menor no parecía tener ningún problema con ello, estaba contento, y seguía depositando toda su confianza en el castaño. Aún así, eso no evitó que Quackity hubiera revisado la mochila de Luzu y sacado cualquier cigarrillo o paquete del mismo que encontraba.
— ¿Y donde estaba Tentaculos? — Preguntó Luzu, dirigiendo su mirada al patito mencionado, que caminaba detrás de ellos como si marchara.
— Se quedó contigo, la verdad es que no quería que estuvieras solo, entonces dejaba alguno de los dos para que te cuidarán — Sonrió levemente y Luzu solo sintió calidez, esa sensación en su pecho de darse cuenta de cómo le importaba al menor.
— Se supone que yo debo cuidarlos a ellos, no ellos a mi. — Comentó Luzu con un tono de voz algo bajo, eso que dijo sólo era un indicio de su culpabilidad. Quackity no era tonto, pero el tenía sus maneras de alegrar la situación, así que lo empujó con el codo mientas caminaban y levantó a los dos patitos con algo dificultad, pero lo sencillo era que los patos se dejaban tocar en cualquier momento.
— Entre los cuatro nos cuidamos Lusu — Nuevamente, el castaño moría internamente por no tener una cámara y captar la imagen de Quackity sonriendo con sus ojos cerrados y los dos patitos mirándolo.
Ellos eran su presente, su regalo y su vida actualmente, no iba a dejar que un montón de sentimientos desagradables se lo arrebaten.
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Ya habían salido del límite de la ciudad, a mitad de camino se detuvieron para comer algo. Nuevamente comida enlatada pero al menos tenían para variar, esta vez tenían maíz. Inclusive los patos comieron, Quackity mantenía ahora una pequeña bolsa en su mochila colgada con un par de semillas para ellos, Luzu se daba cuenta de cómo protegía a los animalitos. Tenía sentido decir que si eran sus hijos la verdad.
Y habían momentos de silencio donde Luzu meditaba, pensaba en diferentes cosas y obviamente la mayoría en su pasado pero ya no los pensaba en la forma depresiva y triste de antes, ahora sólo parecía un recuerdo. Definitivamente, toda su actitud se volvía más positiva en cada día que pasaba junto al menor.
Desde el día que se habían colocado las manillas de patos y tigres, tenía una duda, y tenía demasiadas ganas de saber la razón. Solo pregunto con confianza, no esperaría que el menor se enojara.
— Quacks… ¿porque tienes cicatrices en tus brazos? — Fue muy dócil al preguntar eso, Quackity que sólo caminaba a su lado lo miró de reojo y, se tomó su tiempo de analizar tanto la pregunta como la respuesta, aún así, no tenía nada que ocultarle a Luzu.
