Dejarte ir

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No fue fácil sentir que los pétalos de aquella rosa se marchitaron y cayeron al suelo, sin esperanza a despertar y reconstruirse. Te dejé ir y me dejaste ir, y no sabes que aún me duele el hecho de que volveré a verte, así como aquella flor marchita y sin pétalos.

Te fuiste, me fui, pero no por decisión propia, tú la tomaste por mí.

¡Qué injusto!, clavaste una daga en la esperanza de mi corazón; lo llevaste contigo.

¿Ahora quién formará torbellinos de paz en mi vida?

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